Share this picture
HTML
Forum
IM
Recommend this picture to your friends:
ImageFap usernames, separated by a comma:



Your name or username:
Your e-mail:
  • Enter Code:
  • Sending your request...

    T'nAflix network :
    ImageFap.com
    You are not signed in
    Home| Categories| Galleries| Videos| Random | Blogs| Members| Clubs| Forum| Upload | Live Sex




    El Lado Oscuro de Susana - Parte 08

     

    Arrodillado frente al taburete con los testículos colocados sobre la superficie de madera, Joss miraba a Susana. La mujer le acariciaba el escroto con la fusta de cuero negro.

     

    La presión de la cinta de cuero que ahorcaba sus testículos en la base le causaba dolor. Su escroto formaba claramente la forma de sus testículos. Entonces Susana golpeó con la fusta. Joss gimió de dolor y su cuerpo tembló. No había sido un golpe demasiado fuerte, Susana apenas había usado un giro de muñeca, pero sus testículos ya doloridos ardieron.

     

    Susana golpeó de nuevo. Joss gimió y se retorció. Pero en ningún momento apartó los testículos del taburete. Sabía que Susana disfrutaba con aquello y él sólo deseaba su satisfacción.

     

    Susana admiró el grueso pene, erecto y vibrante. Por primera vez desde que llegase a su casa, el pene de Joss le pareció hermoso. Entonces lanzó un golpe realmente duro.

     

    Joss lanzó un pequeño grito y sintió como si sus testículos estallasen. Su pene dio una sacudida y escupió gran cantidad de líquido preseminal. Susana comenzó a golpearle rítmicamente, cambiando la intensidad y el ritmo.

     

    Sus testículos ardían y el dolor comenzó a ascender por su vientre. Susana rompía el ritmo de los golpes con algún azote especialmente duro de tanto en tanto. Tras cierto tiempo, Joss comenzó a dudar, se preguntó si Susana podría causarle daño permanente.

     

     

    Sus testículos le dolían terriblemente y sentía ganas de vomitar, pero Susana continuaba castigándole. Joss sintió miedo. ¿Podría Susana castigarle hasta el punto de lesionarle?, ¿Debería parar?, ¿Podría parar? Sabía lo que significaba el parar. La perdería definitivamente.

     

    Joss miró a Susana, vio sus pequeños zapatitos de tipo "manoletina", sus tejanos no demasiado ajustados, una camiseta que apenas se abultaba bajo la presión de sus pequeños pechos y miró su cara de ratita, con sus gafas poco sexy.

     

    El hombre contempló a Susana unos instantes durante los cuales ella, empuñando la fusta, le golpeó varias veces.

     

    Pero, al mirarla, se disiparon todas sus dudas, sintió que la amaba profundamente. Susana era su Señora, él sólo debía procurar su satisfacción. Confiaría en ella por completo.

     

    Avergonzado por sus dudas, no solo no se apartó, sino que movió ligeramente su cintura para que sus testículos quedasen todavía más expuestos ante Susana. Pertenecían a Su Señora y su deber era ofrecérselos sin reservas.

     

    Susana observó el movimiento y, complacida, golpeó duramente una vez más. Entonces paró.

     

    - Coloca el pene sobre el taburete. - Dijo secamente.

    - Sí, Mi Señora. - Dijo Joss, aliviado de que hubiese terminado con los azotes. Apartó los testículos y coloco su pene contra el borde del taburete. Erecto y sobreexcitado, se mantenía firme, apuntando al techo.

     

    Entonces Susana levantó su pie derecho y pisó con él el pene de Joss. Apoyó todo su peso sobre el pié y el pene quedó aplastado contra la superficie de madera del taburete. Joss gimió.

     

    - Ésto - Dijo Susana muy seria - es lo más cerca que estarás, posiblemente nunca, de tener sexo conmigo. Para un proyecto de esclavo como tu, la suela de mi zapato y la madera del taburete representan mi sexo.

    - Mi Señora - Dijo Joss sintiendo su duro pene aplastado por la suela del zapato de Susana. - Esto es más de lo que merezco, y jamás podré desear nada más. - Joss miraba el pequeño pie de Susana, cubierto por la pequeña manoletina. Le parecía lo más sexy que había visto jamás. Su pene vibraba sobreexcitado bajo su peso.

     

     

    - Ahora quiero que me penetres. - Dijo Susana. - Demuéstrame que mereces estar aquí.

    - Si, Mi Señora.

     

    Entonces Joss comenzó a mover sus caderas atrás y adelante, haciendo que su pene se deslizase entre el taburete y el zapato de Susana. Sentía su piel frotarse contra la sucia suela del zapato. Se sentía más excitado de lo que hubiese estado nunca. El pequeño pie de Susana le volvía loco. Ni siquiera dentro del sexo de una chica su pene había estado tan excitado como ahora.

     

    Susana presionaba contra el taburete, dificultando el movimiento del pene. El glande no paraba de escupir líquido preseminal. Entonces Joss alargó las manos para tocar el zapato de Susana. En su excitación no pudo evitar el impulso de tocarlo.

     

    Antes de que pudiese llevar a contactar con el zapato, Susana le golpeó la mejilla con la fusta. Joss gimió y apartó las manos. Una marca roja pareció en su cara y notó como ésta pulsaba de dolor.

     

    - ¿Cómo me atreves, esclavo? - Dijo Susana furiosa. Desplazó todo su cuerpo sobre el pié y Joss lanzó un gritito pensando que su aplastado pene iba a estallar. - ¿Cómo osas intentar tocar a tu Ama, perro?

    - Mi Señora, yo... - Su excusa fue cortada cuando Susana lanzo un brutal golpe de fusta contra el glande de Joss. Éste gritó de dolor. Intentó apartarse pero su pene estaba atrapado bajo el zapato de Susana.

    - Ni puedes tocarme - Dijo Susana al tiempo que golpeaba de nuevo el glande de Joss - ni puedes eyacular, perro. - Lanzó un tercer golpe. Sobre la delicada piel del glande aparecieron tres marcas oscuras allí donde la fusta había golpeado.

     

    Joss iba a decir algo, pero finalmente decidió callar y agachar la cabeza. Sabía que había vuelto a fallar y no había nada que pudiese decir. La mejilla le ardía y apenas sentía el glande, sólo un calor abrasador.

     

    - Continúa - Dijo Susana.

     

    Entonces Joss continuó moviendo su pene entre el taburete y la suela del zapato de Susana, como quien penetra a una mujer. Continuó durante largo rato, hasta que llegó un punto en que pensó que no podría aguantar más. Estaba seguro de que iba a eyacular en cualquier momento. Pero curiosamente no pensó en la desobediencia. No pensó en la falta que cometería si eyaculaba. Ni siquiera pensó en el castigo que recibiría o en si sería expulsado del lado de Susana. No, en todo lo que Joss podía pensar en aquel momento era en la sagrada suela del zapato de Susana mancillada por su semen.

     

    Pero, justo cuando creía que no podría resistir ni un segundo más, Susana apartó el pié. Joss se apartó del taburete y se concentró en no eyacular. Momento en que Susana le pateó los testículos con la punta de su zapato.

     

     

    - Eres un necio - Dijo con desdén.

     

    El golpe llevó a Joss hasta el orgasmo. Gimió y cerró los ojos. Intentó contenerse, pero su pene sufrió las características convulsiones del orgasmo. Convencido que eyacularía apretó los dientes. Solo podía pensar una frase "Perdóname Mi Señora! Perdóname Mi Señora!".

     

    Tras una última convulsión, su pene escupió una pequeña cantidad de líquido preseminal. Sintió una punzada de dolor agudo en la base del pene y entonces todo terminó. Abrió los ojos y miró su pene, erecto y cubierto de rozaduras, muy excitado, pero sin haber eyaculado.

     

    Susana observó lo que había sucedido boquiabierta. Era imposible. Le había llevado al límite y le había forzado a atravesarlo. Estaba segura de que eyacularía. En el fondo lo sentía como una especie de recompensa para él.

     

    Le hubiese castigado severamente, le hubiese enfrentado a la posibilidad de expulsarle, pero al final le hubiese perdonado.

     

    Sin embargo, aquello lo cambiaba todo. Si ya se había convencido de que aquel hombre estaba a su total disposición cuando había aceptado voluntariamente abandonarla, aquel acto que acababa de ver iba mucho más allá. Su devoción le había llevado a conseguir revertir una eyaculación que era inevitable.

     

    Miró el pene de Joss, erecto, mojado por su propio líquido preseminal y cubierto de marcas de rozaduras. Por primera vez en su vida se sintió excitada frente a un esclavo. Apenas un ligero calor en el vientre, pero suficiente. Nunca había sentido nada parecido con un esclavo. Ella, siempre segura y con sus emociones bajo control, por primera vez vislumbraba una pequeña grieta en su armadura.

     

    Aquello la hizo sentir vulnerable. Y sentirse vulnerable la enfureció.

     

     
      Posted on : Oct 19, 2012
     

     
    Add Comment




    Contact us - FAQ - ASACP - DMCA - Privacy Policy - Terms of Service - 2257



    Served by site-6946cfc497-zvg4z
    Generated 18:51:46