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    Sometido en la isla de los Negros 9

    En capítulos anteriores, me encontraron en el ascensor del hotel masturbando a un chico. Quien abrió la puerta era su madre, la señora Clement. Furiosa, ella fue a reclamar a mi jefe que me despida pero llegaron a un acuerdo y pude mantener mi trabajo a cambio de ir un día a asistirla un día en su instituto.

    Llegó el día. La señora Clement me hizo subir a su coche y fuimos temprano a su trabajo. Claro que no podía viajar en el asiento del conductor de forma normal como la sissy blanca que soy entonces tuve que ir sentada en el asiento para bebés que me separaba las piernas y me estimulaba el ano durante el todo el recorrido. Durante todo el viaje la señora Clement apenas habló conmigo, no me quiso adelantar de qué sería esa clase. Llegamos al sub-suelo del edificio, estacionó su coche y subimos a su clase.

    La señora Clement era una mujer alta, negra, esbelta, con grandes pechos. Llevaba lentes, el cabello atado y un escote llamativo. Yo apenas le llegaba a la cintura. Parecía una madre exigente y firme. Sentía que no le caíba bien y, que si ella quería, podría controlarme cuerpo a cuerpo en segundos. De todas formas, no era necesario que use la fuerza: su firme tono de voz me daba miedo y me hacía sentir su sometido. No quería hacerla enfadar.

    Antes de entrar al salón, me dió una mochila y me pidió que me cambie de ropa. Tuve que ir hasta el baño. Obviamente no podía entrar al de hombres entonces me metí en el de mujeres. Adentro, me encontré con un grupo de jóvenes colegialas de todos los colores de piel. Para evitar problemas, debo comentarles que todas tenían 18 años. Tal vez en otros institutos hayan jóvenes de 14 o 15 años pero absolutamente todos los jóvenes en esta historia son mayores de edad.

    Al abrir la puerta del baño, todas las chicas se quedaron mirándome. Una chica blanca y rubia parecía ser la líder.

    Rubia: Miren la sissy que acaba de entrar. Parece que la señora Clement trajo una nueva asistenta.

    Todas se rieron. No entendí qué les pasaba. Todas tenían una figura envidiable y llevaban polleras y escotes muy llamativos. Me hicieron recordar a mis años como estudiante en donde me hacían bullying y ninguna se interesaba por mí. Los años habían pasado y no sólo seguía siendo un perdedor sino que ahora era una putita blanca asumida y ellas ya lo habían notado.

    "¿Qué tienes en la mochila?" me preguntó la más tetona y negra de todas. "Nada" empecé a responder, pero en seguida me quitaron la mochila de mis manos y me alejaron. "¡esperen! ¡no pueden hacer eso!" les grité.

    Rubia: ¿qué tenemos aquí?

    De la mochila sacó una camiseta blanca con un enorme corazón.

    Rubia: ¿así que pensabas vestirte para la clase, no es así? tal vez te podamos ayudar.

    Yo: N... no, gracias... creo que puedo hacerlo sólo.

    Negra: Ay, vamos, no seas aburrida, nena.

    Me agarraron entre varias y me sacaron los pantalones. Luego la camisa y quedé desnudo.

    Rubia: ¿eso... eso es... a lo que le llamas pene?

    Yo: S... si, pero ahora es que tengo frío y...

    Rubia: ¿Cómo te llamas?

    Yo: la gente me llama... pito chico.

    Todas se miraron y empezaron a reirse. Me sentía vergonzado. De la mochila sacaron la ropa y me la hicieron poner.

    Además de la camiseta blanca sin mangas, me pusieron unas bragas rosa y unas grandes botas negras. 

    Ya no quedaban rastros de mi estómago que había quedado hinchado por mi peculiar aventura del día anterior. Aparentemente mi cuerpo había asimilado el esperma y lo había distribuído por todo mi cuerpo, pero sobre todo lo sentía en mi culo y en mis pechos, que estaban más puntiagudos. De hecho, podía sentir el roce de la camiseta tocando mis sensibles pezones. Me sentía más... femenino.

    Rubia: Ahora sí que estás más putita.

    "Pero todavía no estás lista" dijo una chica pelirroja con trenzas que estaba lamiendo una paleta de manera bastante líquida.

    Pelirroja: ¿Porqué no te ponemos maquillaje?

    Yo: pero yo nunca... usé maquillaje.

    Negra: Siempre hay una primera vez.

    Rápidamente sacaron una gran cantidad de productos de belleza sobre la mesa y me pararon frente al espejo del baño.

    Rubia: tranquila, estás en buenas manos.

    Unos minutos después, no podía creer lo que estaba viendo. Parecía una verdadera señorita. Además de pintarme los labios, me acentuaron los pómulos, me pintaron las pestañas y hasta retocaron mi peinado. Un año atrás, si hubiése visto a una chica vestida así en la calle y con esa cara, me la hubiése follado... ¿a quién engaño? siempre fui un perdedor: me hubiése masturbado en la noche pensando en ella mientras lloraba como el loser que siemre fui.

    Rubia: mira esa cara de chupapollas que tienes. Esa sonrisita brillante tiene ganas de deleitar un poquito de leche.

    Me reí.

    Rubia: Eso es, te ríes porque sabes que es así.

    Yo: gracias por ayudarme, chicas.

    Negra: Nos vemos en clase.

    ---

    Unos minutos después entré al salón de la clase de la señora Clemens. Todo el mundo me miró. Estaba en el mitad de la clase y todos los alumnos chiflaron y me gritaron guarrerías mientras caminaba con mi apretado culito hacia la señora. Todos los chicos eran negros. Las únicas mujeres de la clase eran las que me habían maquillado en el baño.

    Señora Clemens: Miren quién se dignó a llegar 20 minutos tarde a mi clase. Les presento la asistenta de esta clase, el macho beta pitochico nos va a dar una lección de educación sexual.

    Yo: ¿educación sexual?

    Señora Clemens: Observen cómo está vestida. Ella misma por su cuenta decidió ponerse esas bragas rosaditas porque sabía que iba a venir a esta clase con ustedes. Está en su naturaleza probocar.

    Yo: ¿qué? ¡no! ¡usted misma me dijo que...

    Señora Clemens: ¡No me interrumpas!

    La señora Clemens sacó una regla de 30 centímetros y me golpeó en los genitales.

    Yo: ¡Au!

    Señora Clemens: ¿Vieron cómo le encanta interrumpir? es una putita atrevida, como lo son todas. Hoy aprenderemos más sobre su comportamiento y porqué la primera dama Gloria Tragona propuso la ley golosa para que de una vez estas sissys roba-maridos dejen de probocar problemas y estén al servicio de todo hombre alfa de una buena vez.

    No dije nada. Crucé mis brazos hacia atrás como una buena blanquita.

    Señora Clemens: Pitochico, dáte la vuelta y apóyate contra el pizarrón.

    Yo: Enseguida, señora.

    Hice lo que me pidió. Mi culo quedó a la vista de todos y pude sentir los gritos y gemidos de un grupo de jóvenes negros sedientos de sexo.

    Señora Clemens: Ahora, Pitochico, quiero que me digas la primera idea que se te venga a la mente. Dime una palabra que empiece con la letra "P".

    No quise ser tan obvia. Intenté pensar en otra cosa que no sea "pene" o "polla" pero en ese momento es lo único que se me vino a la mente.

    Yo: P... P...

    Se empezaron a reír algunos.

    Señora Clemens: ¿"P" qué?

    Yo: Pe.... ehh...

    La señora Clemens me dió con la regla en el culo.

    Yo: ¡Au!

    Señora Clemens: ¡RÁPIDO PUTA!

    Yo: ¡PENE! ¡PENE!

    Todos se rieron a carcajadas.

    Señora Clemens: ¡Silencio! más te vale que respondas rápido o te seguiré castigando.

    Yo: Si, mi ama.

    Señora Clemens: Palabra que empiece con la letra S.

    Me golpeó en el culo.

    Yo: ¡S... Semen!

    Señora Clemens: ¡Más rápido! Palabra que empiece con la letra T.

    Yo: ¡testículos!

    Señora Clemens: Con la letra O.

    Yo: ¡Orgasmo!

    Señora Clemens: Con la letra L.

    Yo: ¡Lechita!

    Señora Clemens: C.

    Yo: ¡Culo!

    Señora Clemens: E.

    Yo: ¡Enorme polla... en mi garganta!

    Señora Clemens: Muy bien, como podéis ver: todo lo lleva hacia el lado sexual. No es culpa suya, es su cerebro de blanquita sissy. Lo único que quiere es degustar los genitales de cada uno de ustedes y ser salvajemente penetrada. Es importante que sepan esto. El hombre blanco es así, está en su forma de pensar. Durante años intentaron esconderlo y muchos siguen sin querer asumirlo pero las pruebas están cuando todo hombre blanco pisa esta isla y muestra su verdadera naturaleza. En la vida cotidiana se hacen pasar por héteros pero cuando nadie los vé, todos los hombres blancos se masturban viendo porno interracial y leyendo relatos de fantasía sobre negros sodomizando blancos. Esos supuestos héteros no durarían una semana con el culo virgen en esta isla. Las pruebas está en lo adictos que son todos los habitantes de este planeta a la leche que sale de los genitales de un verdadero macho negro y alfa. Por eso les digo que no se corten cuando vean a una sissy. Es natural que tengan ganas de follarla y más natural es que ellas intenten porobocaros. Ahora, la pregunta es ¿quién quiere follar con Pitochico?

    Dí vuelta la cabeza sorprendido ¿de qué estaba hablando? pude ver como todos los hombres de la clase levantaron la mano.

    Señora Clemens: Iremos por orden alfabético. Pitochico, recuéstate sobre mi escritorio y bájate las bragas.

    Yo: Q... qué? Señora Clemens ¿tendré que tener sexo con todos estos jóvenes?

    Señora Clemens: Tranquila mi perrita en celo, sólo tendrás hasta que quedes saciada.

    La Señora Clemens se sentó en su silla, cojió la lista y empezó a pasarla.

    Señora Clemens: ¡Alfano! ¡pase al frente!

    Del fondo del salón se paró un hombre negro y enorme, deportista, usando una musculosa que dejaba ver su pecho peludo ¿supuestamente ese era un estudiante? ¡ese era un mastodonte!

    Señora Clemens: Muy bien, Alfano, puedes sacar la polla.

    El alumno no lo pensó dos veces y sacó su pene de 19 centímetros. Se me hizo agua la boca y el ano. Muchos aplaudían como simios esperando el espectáculo. No esperé a que la señora Clemens me lo pida dos veces. Me recosté sobre la mesa y me bajé las bragas.

    Señora Clemens: Puedes empezar.

    Yo: por favor, sé gentil, sólo tuve sexo un... ¡AAAAAY!

    Sentí una embestida brutal que tomó velocidad rápidamente. Este chico tenía muchas ganas de follar y no pensaba en perder tiempo con juegos previos o en ir aumentando la velocidad. Mi culo se sentía doloroso pero, después de un minuto, el dolor se convirtió en placer y después el placer se convirtió en necesidad. Necesitaba que me siga embistiendo.

    Yo: Más, por favor.

    Sonreí mientras sentí cómo se corría dentro de mis entrañas. Cada corrida era un espasmo más. Sacó su pene y mi ano sintió la ausencia. Necesitaba más.

    Señora Clemens: ¡Anturchi!

    Adelante pasó otro muchacho. Este tenía más cara de pervertido. Olía mal. Afortunadamente, se sacó el pene y comenzó nuevamente con las embestidas a la misma velocidad. Este grupo de niñatos estaba desesperado por perder su virginidad.

    Anturchi: Qué olor a putita que tienes, me encanta tu colonia.

    Nuevamente se corrió numerosas veces en mi ano y empecé a gemir como loquita.

    Yo: ¡ay! ¡si! ¡si! ¡si! ¡si!

    El siguiente fue Balenti. Este parecía ya tener experiencia. Empezó lento, apoyó sus pectorales sobre mi espalda y me susurró cosas sucias al oído.

    Balenti: ¿te gusta? ¿te gusta lugar como putita blanca?

    Yo: ¡Si! ¡Si! ¡Si!

    Balento: ¿aceptas que tu culito está fabricado para recibir el pene supremo del hombre alfa?

    Yo: ¡Si! ¡por favor! ¡no pares!

    La corrida fue fenomenal. Cuando sacó su pene, mi culito estaba chorreando semen.

    Así fueron pasando uno a uno todos los chicos de la clase. Algunos más altos, otros más bajos pero todos con una polla enorme y gigantezcas ganas de tener sexo, casi tanto como yo. Las chicas que me habían ayudado a cambiarme, se reían de mí, me decían chistes de mal gusto y hasta me filmaron con el móvil. Cada tanto la señora Clemens me preguntaba si quería parar y yo le suplicaba que pase otro más. No podía estar más de 15 segundos sin una polla en mi ano. Tuvieron que hacer fila cada uno con la polla en el aire para ayudarme con mi abstienencia. Cuando ya estaban terminando, mi maquillaje estaba todo corrido y yo estaba llena de sudor y baba. Mis bragas estaban chorreando semen y mis piernas temblaban de placer.

    Señora Clemens: Ok. El último de la lista es el señor Zubiak ¿porqué no pasa adelante?

    Zubiak se paró. Era el más bajo de todos y parecía bastante nerd con sus gafas y camisa blanca.

    Zubiak: Yo... no sé si quiero participar, señora Clemens. No sé si este hombre beta realmente quiere tener sexo con todos nosotros. Verá, mis padres piensan votar en contra de esta ley golosa. Ellos creen que... los hombres blancos... también pueden ser heteros.

    Toda la clase se rió de él.

    Señora Clemens: Ok, no os riáis de vuestro compañero. Pasa al frente, Zubiak, vamos a ver si esto es así.

    Zubiak se paró frente a mí.

    Señora Clemens: ¿qué es lo que más quieres en este momento, Pitochico?

    Yo: Que me den pito, señora, mmmm, si, por favor.

    Señora Clemens: Párate. Quiero que aguantes durante 60 segundos sin mirar ni tocar el pene de Zubiak ¿de acuerdo?

    Yo: Si, mi ama.

    Me paré. Miré a Zubiak a los ojos. Me sonrió.

    Zubiak: Tranquilo, yo sé que no quieres hacerlo. No te preocupes.

    Zubiak se bajó el pantalón. Era el pene más grande y venoso de toda la clase. 25 centímetros en todo su espendor con un olor a semen y masculinidad que me entraba en la nariz y me volvía loquita. Sus bolas eran del tamaño de un puño cerrado y estaban muy peludos. Mi boca se abrió y empecé a babear. Intenté aguantarme. Me acerqué unos centímetros. Mi boca no podía cerrarse. Mi lengua se salió y, casi sin controlarlo, empecé a lamerle la cabeza.

    Señora Clemens: Bueno, comenzaré a la cuenta de tres: uno... Pitochico ¿qué haces? ¡no aguantásteis nada!

    Todos se rieron. Yo no estaba prestando atención a nadie, sólo estaba concentrada en degustar ese sabroso pene que entraba y salía en mi boca y se iba poniendo cada vez más duro. Zubiarte no podía creer lo que sus ojos veían.

    Zubiak: No... espera... se supone que... uff... se supone que no quieres... hacer esto... putita rica... uff... espera... deja de... ufff... ay... si, si, si.

    Zubiak cerró los ojos, corrió la cabeza para atrás y me tomó la cabeza con las manos. Empezó a mover mi cabeza cada vez más rápido y pude sentir como me penetraba la boca.

    Zubiak: ¡Ay! ¡si! ¡si! ¡siiiii! ¡me corroooooo!

    Fue hermoso. Una explosión de semen en mi paladar una vez más. Agarré las nalgas de Zubiak para que su pene quede aún más apretado en mi boca. Me sentía cómo un tubo de alimentación, haciendo que todo el semen pase directo de mi esófago hacia mi estómago. Cuando terminó, corrí mi cabeza hacia atrás y lo miré sonriente. Me tragué el semen que quedó en mi boa y eructé.

    Yo: ¡Muchas gracias, lindo! ¡tienes la leche más rica de toda la clase!

    Lo abracé con amor. Las gotas de semen caían de mi carita hacia mi camiseta blanca con el corazón. Esas manchas no se iban a salir fácilmente. Zubiak se sentó contento y con cara de placer. La clase terminó y todos me aplaudieron a la salida.

    En el coche, la señora Clemens se mostraba más a gusto. Yo estaba sentado en la silla de la estimulación anal tratando de concentrarme para no gemir mientras la señora me hablaba.

    Señora Clemens: Estuviste estupenda. Cuando te ví en la oficina de tu amo como la putita que eras, sabía que me servirías para la clase de mis alumnos. Es importante que los chavales tengan conciencia de la verdad y no se dejen labar la cabeza con tanta política. Es una verdad incómoda tal vez pero tu y yo sabemos que ningún hombre blanco se mantiene hétero en esta isla durante mucho tiempo ¿Estás de acuerdo conmigo?

    La señora me miró y yo no podía evitar mi cara de placer. Estaba realmente disfrutando. Me sentía como la actriz porno Piper Perri después de pasar por un gang bang.

    ---

    Llegamos al hotel y la señora se fue a su habitación. Quedamos en buenos términos pero ella seguía siendo firme y distante conmigo. Me dirigí hacia mi habitación para cambiarme. Debía ponerme mi uniforme de mucama y seguir trabajando en lo que quedaba del día. Abrí la puerta del cuarto y me encontré con Sussy.

    Sussy: ¡Ahí estás! te has dejado el móvil aquí. Te estuvo llamando tu novia todo el día.

    Yo: ¿Mi... novia?

    Sussy: Así es. Parece que quiere venir a Leche negra.

    Yo: ¡¿QUÉ?!

    Cogí el móvil. Tenía 20 mensajes de Florencia. Los últimos decían "¿no me quieres responder? bien, iré a que hablemos cara a cara. Ya compré el pasaje del avión a Leche negra. A ver qué es lo que tienes para decirme, inútil pito chico."

    CONTINUARÁ...

     
      Posted on : Oct 6, 2024
     

     
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