En capítulos anteriores me volví adicto al semen de mi amo negro. Pasé un mes desayunando su suculenta leche todas las mañanas y me olvidé del objetivo por el que vine a esta isla: encontrar a mi desaparecido amigo Cristian. Intenté abandonar el vicio y Porongo me comentó que mi amigo estuvo hace años en el hotel pero se fue en seguida al norte de Leche Negra, a trabajar en una empresa llamada Cummer's factory. Después de una semana sin semen en mi estómago, me crucé con el adolescente de la familia del hotel y nos masturbamos mutuamente mientras me metió un dedo en el culo. Cuando mi uniforme de mucama ya estaba lleno de lechita, abrió la puerta del ascensor la madre del crío...
Señora Clement: ¡ESTO ES TOTALMENTE INADMISIBLE!
En la oficina del maestro, estabamos reunidos la madre del crío, mi amo y yo.
Maestro: Señora, cálmese, por favor.
Señora Clement: ¡¿CÓMO QUIERE QUE ME CALME SI ESTA PUTITA ESTABA DEGENERANDO A MI INOCENTE HIJO?! ¡AQUÍ FALTA EDUCACIÓN! ¡FALTAN VALORES!
Maestro: Estoy de acuerdo con lo que dice: Pitochico se comportó como una perrita en celo. No puede durar un minuto más trabajando en esta empresa.
Yo: ¡Amo! ¡no! ¡por favor! voy a quedarme en la calle, tal vez viviendo en una esquina chupándole el pene a cualquier hombre fornido que me quiera... bueno... ahora que lo digo... eso no suena tan mal.
Ambos me quedaron mirando en silencio, sorprendidos.
Señora Clement: Pero esta es... ¡es realmente una putita golosa!
El maestro me golpeó.
Yo: ¡Au!
Maestro: ¡asquerosa y sediciosa! ¿es que no puedes pensar en otra cosa que no sea un buen pene?
La expresión en la Señora Clement cambió. Ahora se notaba más calmada.
Señora Clement: Disculpeme, ahora que lo pienso... creo que se me acaba de ocurrir una idea que nos podría beneficiar a ambas partes ¿podemos hablar en privado?
El maestro la miró extrañado pero aceptó.
Maestro: Vé afuera y espera a que salgamos.
Yo: Si, amo.
Me levanté de la silla y moví mi culito para afuera. Cerraron la puerta. Me quedé esperando unos minutos hasta que la puerta volvió a abrirse. La señora Clement se fue y el Maestro me hizo pasar.
Maestro: Estuvimos hablando con la señora Clement y llegamos a un acuerdo. No vas a perder el trabajo.
Yo: uff, muchas gracias, amo.
Me acerqué a abrazarlo. Podía sentir su enorme pene y bolas a través del pantalón desde mi cuello hasta mi estómago.
Maestro: Sin embargo, tendrás que ir un día a asistir a la clase de la señora Clement. Al parecer, ella notó en tí cierta peculiaridad que quiere explotar en el instituto con sus jóvenes alumnos.
Yo: ¿y-yo? ¿y cuándo tendría que ir?
Maestro: sería mañana. Hoy tienes que irte con Porongo hasta el norte de la Isla Negra. Me comentó que necesita de tu ayuda para solucionar algunos problemas.
Yo: Si, mi amo.
Maestro: Otra cosa: quiero que cortes con la tontería de la abstinencia. Te vuelve muy putita.
Yo: No se preocupe, ya acepté mi lugar como hombre beta y dejaré de intentar ser un alfa. Reconozco lo que soy y dejaré de ocultar mis impulsos.
Maestro: Eso es. Ya puedes irte.
Salí caminando contento ¿o debería decir "contenta"? En la puerta me esperaba Porongo con una sonrisa sutíl. Qué linda aventura ibamos a pasar ¿finalmente podría concretarse nuestro amor? ¿perdería la virginidad de mi hoyito con ese tronco de placer?
Porongo se subió a su camioneta 4x4 y me dijo "sube". Abrí la puerta y me encontré con una especie de silla para bebés en el asiento del acompañante.
Yo: ¿pero esto qué es?
Porongo: Es la legislación de Leche negra. No está permitido que las putitas blancas viajen sin un asiento de previsión. Lo siento pero tendrás que sentarte en él.
Le hice caso. Me sentí como un bebé. El asiento estaba diseñado de modo que mis piernas quedaran bastante levantadas y abiertas y una almohadilla rozaba la zona de mi ano.
Porongo encendió la camioneta y empezamos el viaje.
Porongo: Según la legislación de tránsito, tienes que recibir un estímulo constante en el ano durante todo el trayecto para que no te vengan descontroladas ganas de sentarte en mi pene mientras viajamos. Si me preguntas a mí, es realmente discriminatorio. Los hombres beta también son personas, es como si todo el tiempo estuvieras pensando en tener sexo conmigo ¿te das cuenta de lo ridículo que suena eso? además, yo sé que abandonaste tu desayuno lácteo hace semanas, se te nota en tu figura. Te ves mucho más flaco, más sexy.
Yo: ¿de verdad piensas que soy... sexy?
Porongo: Claro que sí. Los demás no saben que eres hétero y seguramente todos quieren llenarte ese culito de leche ¡Epa! un camino con pozos.
La camioneta empezó a dar brincos constantes y rápidos y la almohadilla debajo de mi ano empezó a frotarme rápidamente. Empezó a estimularme y mi pene se empezó a endurecer. Traté de cruzar las piernas para ocultarlo pero la silla no permitía que cierre las piernas.
Porongo: No te averguences por tener una erección. No voy a intentar hacer nada.
Yo: eres... mu...uuu....uy... gee...eeen... ti....iiil...
Porongo: Ja, ja, mira cómo estás temblando con los pozos. Si que te altera ¿eh?
Lo miré y le sonreí. Bajé la mirada. Uff, dios, qué grande deben ser el tamaño de esos dos huevos ¿me entrarían ambos en la boca al mismo tiempo?
Porongo: Después de todo, tu sabes que mi perrita es Sussy. Ella me pertenece y, si ella se entarara de que compartí mi leche, se volvería loca contigo. Sabes que sí. Te haría la vida imposible.
Yo: Si... tie....nes....raaaa....aaaaa...zooooo....ooo...oooo...ooooo....on...
Dios, esta silla no me dejaba completar ni una frase.
Porongo: Voy a encender la radio.
Porongo sintonizó una estación de música pop. Luego de dos canciones y una tanda comercial, comenzó a sonar un flash de noticias.
Locutor: Ayer, en una manifestación en la plaza principal, la Primera Dama Gloria Tragona se refirió a la legislación femboy. Escuchemos lo que dijo.
Gloria Tragona: ¡Las putitas blancas no son ni nunca fueron hombres! ¡son menos que personas! ¡si no reciben una dósis adecuada de esperma su adicción se acrecenta y son capaces de cualquier barbaridad! ¡hay estudios que lo demuestran! se ha hablando de que esta ley es inhumana, que trata de objetivizar a los hombres blancos ¡nosotros le decimos que no! ¡esta ley trata de convivencia! ¡trata de liberar a los presos políticos! ¡a los miles de hombres alfa inocentes que se vieron provocados a tener sexo supuestamente sin consentimiento por unas sucias putitas mentirosas!
Yo: ¿quiee....eeen...eeee...eees....ee...eellaaa?
Porongo: Es la primera dama. Una tía de derechas que quiere aprovar una ley para que todas las sissys del país estén al dominio sexual de todo hombre alfa en toda ocasión y sin excepción, indiferentemente de que sea su amo o no. Es realmente clasista su pensamiento y la mayoría del país aprueba esta legislación.
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Un par de horas después de atravesar rutas y caminos, llegamos a la dichosa fábrica Cummer's Company. Nos bajamos del auto. Yo estaba extasiado después de tanto estímulo anal. Apenas me podía mover. Estacionamos en el estacionamiento y fuimos a la puerta principal. Allí nos recibió un pequeño hombre beta, más delgado que yo y con una vestimenta llamativa. Parecía una enfermera: una camisa blanca ajustadita de botones rojos que no llegaba a tapar su ombligo y apenas cubría sus hombros, una cortita pollera que tapaba sus genitales y un gorrito blanco en la cabeza.
Asistenta: Buenas tardes, usted debe ser Porongo y su acompañante ¿es así?
Porongo: Es correcto. Vengo a ver al director Gregory Sperm.
Asistenta: En estos momentos el director está terminando una videoconferencia. Si vienen conmigo, podré llevarlos hasta su oficina y, si quieren, puedo contarles un poco de historia sobre esta compañía familiar.
Porongo me miró a los ojos. Desde abajo, asentí con mi inocente carita de pequeña virgen.
Porongo: Está bien, vamos.
Asistenta: Síganme, por favor.
Porongo empezó a caminar. Casi sin darme cuenta, agarré a Porongo y rodeé su cintura con mis brazos. Caminé a su costado durante todo el viaje, como si estuviera protegiendo sus genitales.
Entramos por un pasillo de la fábrica en donde pudimos ver a otros hombres beta vestidos como enfermera entrando y saliendo del lugar.
Asistenta: Estás son las extraedoras. Tienen una tarea muy importante en esta fábrica. En 1945 nuestro amado fundador el Doctor Bill Sperm fundó esta fábrica y nos dió trabajo a cientos de sissys cuando la sociedad nos limitaba a hacer trabajos secundarios.
La asistenta se acercó a una gran estatua de oro del Doctor Bill Sperm y empezó a tocarle la pierna.
Asistente: Era un hombre... único... con mucho para dar...
Pasamos a la siguiente habitación. Era el salón principal. Caminamos por un puente colgante de metal que nos permitía ver todo desde arriba.
Asistenta: Lo que pueden ver es el funcionamiento de la empresa. 250 hombres alfa dando su esperma día a día. Se toman turnos de 40 minutos y cada uno recibe estimulación de un sissy distinto.
No podía creer lo que estaba viendo. Efectivamente, era una fila larguísima de hombres negros y corpulentos sentados en cómodas sillas y delante de cada uno había un blanquito sissy sentado masturbándolo y extrayendo el semen en una especie de contenedor de cristal, como una jarra. El olor de semen que había en el lugar era el más intenso que sentí en mi vida.
Porongo: ¿qué pasa con los sissys que se tragan el semen?
Asistenta: las sissys están entrenadas para no beberse el semen durante la extracción. Para eso, reciben una buena dosis de polla antes, después y durante cada turno. Todo para evitar sus impulsos.
Pasamos a la siguiente habitación. Los sissy apoyaban las jarras llenas de semen en una cinta en movimiento y se tiraba toda en una enorme máquina en donde todo se mezclaba con una especie de pasta.
Asistenta: Aquí es donde mezclamos el semen con agua natural, diferentes nutrientes y tipos de vitaminas para llegar al resultado final.
Yo: Disculpe ¿cuál es el resultado final? ¿qué es lo que se fabrica aquí?
La asistenta caminó unos pasos y tomó una botella de plástico con un logo llamativo y un líquido blancuzco semitransparente.
Asistenta: Espermisodia. Un producto de venta a nivel global.
Porongo: ¿No conocías la espermisodia en tu país?
Yo: no ¿pero para qué se usa?
Asistenta: ¡Para todo! El espermisodia es un líquido nutriente y adictivo que se utiliza en todo tipo de productos de venta mundial. Coca-cola, McDonalds, Jhonny's Pizza, Oreo, Hellman's, Heineken, hay millones de marcas que utilizan la espermisodia para darle un valor extra adictivo a productos famosísimos. El 68% de lo que comiste en tu vida contenía Espermisodia. Probablemente los alimentos que más te gustaban.
Yo: q... ¿qué?... no puede ser cierto.
Porongo: No, es verdad.
Asistenta: El motivo del elevado PBI de Leche negra es la espermisodia. Somos el único lugar del mundo que la importa. El semen de nuestros fabulosos hombres alfa alimentan a todo el mundo.
De pronto, me empecé a marear. Tenía la cara blanca. Los demás se dieron cuenta.
Porongo: Pitochico ¿quieres ir al baño?
Yo: S-si...
Asistenta: vé al fondo, a la derecha.
Salí corriendo al baño. Me apoyé sobre la mesa y me miré al espejo. No podía creer lo que acababa de escuchar. Era demasiado para asimilar. Sentía ganas de vomitar, sin embargo, en el fondo, debo admitir que me daba un poco de morbo. Me parecía una idea desagradable pero enigmática ¿osea que todo este tiempo las comidas que me gustaron era porque tenían semen de hombre negro? recuerdos vinieron a mi mente: mi madre tomando cocacola y lamiéndose los labios diciendo "un vasito más", mi inocente hermanita comiendo pizza "¡mmm! ¡qué rica pizza!", los veranos en los que no podía parar de comer salchichas con mayonesa.
Me dí vuelta, me metí en uno de los cubículos y empecé a vomitar. Unos minutos después, me limpié con papel y tomé un poco de aire. Salí del cubículo y entró un robusto hombre negro y enojado. Era muy peludo y me miró a los ojos.
Robusto: ¡te estamos esperando para empezar!
Yo: ¿qué? ¿de qué está hablando?
Robusto: No habrás pensado que podías esconderte en el baño durante el primer día de extractora ¡Cámbiate de una vez!
El hombre sacó un uniforme de enfermera. ¡Me había confundido!
Yo: espere, aquí hay un error...
Robusto: ¡ningún error! ¡no me vengas con cuentos de sissy mentirosa! ¡te aguarda una larga jornada en esta fábrica! y como se te ocurra probar una gota de semen, deberás atenerte a las consecuencias...
CONTINUARÁ...
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