Share this picture
HTML
Forum
IM
Recommend this picture to your friends:
ImageFap usernames, separated by a comma:



Your name or username:
Your e-mail:
  • Enter Code:
  • Sending your request...

    T'nAflix network :
    ImageFap.com
    I Love DATA
    You are not signed in
    Home| Categories| Galleries| Videos| Random | Blogs| Members| Clubs| Forum| Upload | Live Sex




    Sometido en la isla de los Negros 6

    En capítulos anteriores me transformé en una sissy mucama de hotel y me volví adicto a desayunar las masivas corridas de mi maestro. En todo este tiempo, fue abusado por un oficial de policía, por los inquilinos del hotel y prácticamente por todo el mundo. Un mes después, recordé porqué había llegado a la isla Leche negra: debía encontrar a mi amigo Cristian. Tenía que dejar de ser una sissy y volver a ser un hombre.

    Ayer Porongo llegó desde lejos y me hizo recordar porqué estaba aquí. Tenía que encontrar a mi amigo y dejar de perder el tiempo con fantasías de hombre beta. Sin embargo, no podía renunciar a mi empleo ni abandonar mis ropas de putita. Aún estaba viviendo en esta isla y la legislación era muy clara para los hombres como yo. No debía llamar la atención pero tampoco debía sucumbir a deseos innesesarios. Por ejemplo, lo primero que quise sacar de mi rutina fue mi desayuno lácteo.

    --

    El primer día me desperté como siempre a las 5 de la mañana con la boca seca y mi cola mojadita. Empezaba la abstinencia de semen. Tenía que ser fuerte. Me fui al baño y me masturbé viendo porno hétero: milfs, rubias tetonas, cosas que le gustan a los hombres de verdad. Logré correrme viendo esas categorías de porno después de tanto tiempo sin acceso a mi móvil. Salí del baño, me puse mi uniforme de mucama y salí a empezar el día. Fui a la cocina y desayuné café con tostadas. Todo parecía en orden. Unos minutos más tarde, sentí que alguien se acercaba atrás mío y lo reconocí por el aroma que generaban sus enormes testículos.

    Maestro: Veo que hoy estás probando otro desayuno.

    Me dí vuelta. Sentado desde donde estaba tenía una visión clara de su entrepierna. Intenté no darle importancia.

    Yo: Disculpe amo, estoy tratando de cambiar un poco la dieta.

    Maestro: Ya veo, quieres bajar un poco de peso. Ya veremos cuanto tiempo aguantas sin un poco de esto.

    Se agarró el pene con fuerza. No pude evitar mirarlo. Dió media vuelta y comenzó a irse no sin antes dar una orden.

    Maestro: Hoy tienes que limpiar a Don Pijón.

    Yo: Si, amo.

    Se fue ¿limpiar a Don Pijón? ese viejo en silla de ruedas que se masturbaba mirándome el culo. Qué tarea tan asquerosa con la que me castigó.

    Unas horas más tarde golpeé la puerta de Don Pijón. El hombre en silla de ruedas me hizo pasar y fuimos hasta el baño. Una vez que llegamos, tuvo que pararse por unos segundos para quitarle la ropa. Primero la camisa los pantalones y... ¿qué demonios era eso? debajo de su calzoncillo, Don Pijón guardaba una erección enorme ¿cómo era posible que un hombre tan anciano todavía podía tener esa vitalidad? Le bajé los calzoncillos y ví un pene que parecía de un hombre 50 años más joven.

    Don Pijón: ¿Te gusta lo que ves, putita?

    Yo: Está... está equivocado, señor... yo soy un hombre 100% hétero y... so-sólo me gustan las mujeres.

    Don Pijón: ¿entonces porqué tienes una erección en este momento?

    Miré para abajo. Mierda. No podía controlarme.

    Don Pijón: Los hombres de esta isla no perdemos vitalidad sexual con los años. De hecho, nuestro semen sigue siendo igual de nutritivo y adictivo, por si te da curiosidad.

    Tomé una esponja y empecé a lavarlo. Hice como si no lo escuchara. A lo largo de toda la ducha, Don Pijón continuó haciendo varias insinuaciones y comentarios indebidos mientras yo trataba de correr la mirada de ese reluciente pene, duro como un mástil. Terminé de labarlo, lo vestí y me fui. Luego fui a mi habitación y me volví a masturbar con fuerza viendo porno hetero. Yo tenía el control.

    --

    Pasaron 3 días y ya podía notar cambios en mi cuerpo. Mi estómago empezó a deshincharse pero mi exitación era cada vez más constante. Casi todo me hacía pensar en sexo. Sussy me ofreció compañía y que hablásemos entre amigas pero lo último que quería era compasión de esa puta traicionera. Esa tarde fui a colgar la ropa al fondo de la casa y ví llegar a Porongo. Se había manchado la camiseta y se la sacó delante mío. Dios, ese cuerpo escultural seguro estaba acompañado por una herramienta de placer indescriptible ¡basta Mauro! ¡deja de pensar en penes! ¡deja de pensar en lo rico que debe ser que Porongo te ponga en cuatro patas y te penetre con fuerza! ¡olvídate de perder la virginidad de tu delicado ano con ese delicioso semental insaciable!

    Porongo: ¿en qué estás pensando?

    Yo: En el sabor de tu leche.

    Porongo: ¿Qué?

    Yo: Digo... que... que yo tengo que... colgar esta ropa y...

    Porongo: No te preocupes por discimular, me enteré que empezaste la abstinencia sexual. Es común que estés más exitada que de costumbre.

    Yo: ¿porqué dices eso? "exitada"

    Porongo: ¿a qué te refieres?

    Yo: muchos aquí se refieren a mí como "ella". Me dicen "exitada", "loca", "sucia putita".

    Porongo: ¿prefieres que te diga "exitado", "loco", "sucio putito"?

    Yo: si... bueno... no, en realidad, esas palabras...

    Porongo: Es un poco confuso.

    Yo: eh...

    Porongo: Como sea ¿has continuado tu búsqueda de tu amigo?

    Yo: sobre eso quería hablarte, nadie en este hotel parece saber nada sobre Cristian. Su pasaporte estaba aquí hace 6 años pero nadie parece recordarlo.

    Porongo: ¿estás hablando de Cristian, un blanquito pelirrojo?

    Yo: ¿conociste a Cristian?

    Porongo: claro, estoy aquí hace años ¿no le preguntaste al Maestro?

    Yo: él tenía el pasaporte escondido, obviamente no me lo iba a contar. De las mucamas, nadie lo conoce.

    Porongo: Es que ninguna lleva aquí más de 6 años. Recuerdo a Cristian. Pasó unas semanas aquí y luego se fué con uno de los inquilinos al norte de Leche negra a trabajar en Cummer's company.

    Yo: ¿Cummer's company?

    Porongo: Es una fábrica de alimentos. Si quieres podría llevarte este fin de semana y vas a entrevistar al dueño. Es un viejo amigo.

    Yo: ¿tú crees? pero el Maestro jamás me dejaría.

    Porongo: yo hablaré con el Maestro, no te preocupes. Tú manten el perfil bajo y continúa con tu dieta que te ves muy saludable.

    Dijo esto, me dió una pequeña nalgueada que me generó una erección automática y se fue. Salí corriendo al baño a masturbarme de nuevo.

    --

    El quinto día sin tomar semen me desperté super exitado y sediento. Masturbarme apenas me pudo tranquilizar. El porno hetero ya me estaba aburriendo. Ese día volví a bañar a Don Porongo. Me sentía mucho más sensible. Los olores me excitaban, de pronto sentía que estaba loca por tragarme el semen de Don Porongo... perdón, quise decir "loco" por tragarme el semen de Don Porongo. Obviamente que no ayudaba el hecho de que el hombre me tocaba el trasero constantemente, de hecho me metía la mano adentro de las bragas y hasta llegó a tocarme el ano. "¡Ah!" gemí como la putita que ya no quería ser. Me paré y retrocedí.

    Yo: tengo que irme.

    Don Porongo: ¿A dónde crees que vas? ¿pienas dejarme desnudo así?

    Yo: claro que no, yo...

    Don Porongo: No me digas que vas a masturbarte a tu baño.

    Yo: Noo...

    Don Porongo: ¡no me mientas! si piensas masturbarte en un baño, lo puedes hacer aquí. No tengo ningún problema. Ahora, si me dejas en el baño sólo, voy a denunciarte y tu Maestro te va a dar una golpiza.

    Me quede quieto por un segundo.

    Don Porongo: Puedes empezar.

    Me bajé las bragas y empecé a tocarme. Intenté mirar hacia la pared y pensar en mujeres desnudas. "No le mires el pene, no le mires el pene" repetía para mis adentros.

    Don Porongo: No le diré a nadie que me miraste el pene.

    Ahora tenía que mirarlo, eso era prácticamente una invitación. No le hacía mal a nadie. No era menos hetero por masturbarme con fuerza mirando ese sabroso pene delante mío. Me corrí y salió el doble de semen de lo que me salía normalmente. Me puse a gemir como loquita.

    --

    El sexto día me desperté de una forma inesperada. El maestro me dió una bofetada en la cama.

    Yo: ¡au!

    Maestro: ¿qué hiciste ahora, putita?

    Yo: ¿de qué está hablando?

    Maestro: tengo una queja de Don Porongo diciendo que te masturbaste mirando su pene como una golosa ¿es eso cierto?

    Yo: yo... no...

    No podía creer que Don Porongo también me haya traicionado.

    Maestro: ¡¿ES O NO ES ASÍ?!

    Yo: ¡Si! ¡eso fue así! ¡mi amo!

    Me volvió a golpear.

    Yo: ¡au!

    Maestro: No me importa que no quieras tomar tu leche del desayuno. Este es un país libre y puedes hacer lo que quieras. Soy un lider bondadoso pero si no controlas tus impulsos de sissy sedienta de pene, te irás a la calle ¿me has entendido?

    Yo: ¡si! ¡entendí, amo!

    El maestro se fue. Todas las mucamas se rieron a carcajadas.

    Ese día noté que mi estómago casi tenía el mismo tamaño que antes. Me la pasé todo el día excitado. Cada actividad que hacía me excitaba y me hacía correr al baño a masturbarme. Limpiar el piso y que me nalgueen los inquilinos, limpiar el inodoro del baño de hombres e imaginarme sus genitales, llevarle comida a una habitación y tratar de hacer equilibrio con mi pene erecto, sentir la tela de mis bragas metidas entre mis glúteos mientras caminaba. Todo era super excitante. Fue realmente difícil terminar el día.

    --

    En el séptimo día me sentía diferente. Ya no tenía semen en mi estómago y tampoco me sentía con ganas de consumirlo. Creía que lo había logrado.

    Ese día fui a la habitación de la familia de cuatro. Golpeé la puerta y grité "servicio a la habitación" pero nadie respondió. Lo volví a hacer. Nada. Decidí entrar.

    Primero limpié el baño, el cuarto de la pequeña, el cuarto de los padres y terminé en el cuarto del adolescente. Esa habitación tenía algo distinto: de pronto sentí el inconfundible olor a semen de hombre negro que tanto extrañaba. Como un perro sahueso olfateé y reconocí el origen del olor. Era una mancha enorme entre las sábanas. De pronto, me dí cuenta de que en los últimos 5 minutos estaba en cuatro patas sobre la cama con mi nariz sobre la sábana haciendo fuerzas para no lamerlo.

    Me incorporé. Ví que al lado de la sábana el chico tenía una portatil encendida con un texto. Me acerqué con curiosidad y me sorprendió lo que encontré. En el navegador tenía abiertas varias pestañas de una página de relatos eróticos. Los títulos de los relatos eran: "La empleada blanquita se masturba conmigo", "penetré a un hombre beta" y "encontré a la mucama en mi habitación y me la follé a la fuerza". De pronto, escuché un sonido de sisterna. Se abrió la puerta del baño y salió el chico con calzoncillos. Me miró. Le miré. Los dos sabíamos lo que estaba pasando. Mi versión sissy se hubiése quedado en la habitación a ser sometido pero, como ahora era un hombre hétero, debía salir de esa situación. Decidí entonces irme rápidamente del cuarto. "¡espera!" me dijo el adolescente.

    Caminé cada vez más rápido y terminé corriendo hasta el ascensor. Cuando estaba por cerrarse la puerta, entró el chico justo a tiempo. Quedé apoyado contra la pared y él enfrente mío. Tenía poco menos que mi altura. El chico tocó un botón y la puerta se trancó.

    Yo: ¿qué haces? ¿estás loco?

    Chico: llevo semanas viendo tu trasero ir y venir como loco, obsesionado. Sólo quiero que me lo muestres.

    Accedí. Me dí vuelta y me agaché para que viera mi trasero.

    Chico: quisiera... verlo sin mas bragas.

    Accedí y me quité las bragas quedando mi ano a la vista. Seguía completamente depilado. Me quedé unos segundos quieto.

    Yo: ¿ya me puedo ir?

    No hubo respuesta. De pronto, oí un ruido constante.

    Yo: ¿te estás... tocando?

    Me dí vuelta. El chico también tenía un pene enorme ¿cómo podía ser posible que todos los hombres alfa tengan un pene gigante en esta isla? Me excitó ver ese pene meneándose delante de mí y de pronto me dí cuenta de que había vuelto mi hambre por semen.

    Yo: hace 7 días que no pruebo semen de hombre negro... yo... no debería hacer esto.

    Chico: ¿quieres que me detenga?

    Yo: Quiero... ayudarte.

    Me senté en el suelo con las piernas cruzadas. 

    Yo: siéntate sobre mí.

    El chico se recostó sobre mí como si fuera a amantarlo. Con una mano lo empecé a masturbar con fuerza y con la otra le tapé la boca. Empezó a gemir.

    Yo: ¡Shh! nadie debe escucharnos.

    Luego de un largo rato trabajando, logré extraer toda la leche de ese joven pene. Una parte cayó sobre mi uniforme de mucama, otra sobre mi pelo y mi cara y otra... dentro de mi boca. Nuevamente tenía ese elixir de los dioses en mi paladar y no duré dos segundos en tragármelo. Empecé a relamerme los labios y a tragarme todo lo que pude. Tenía una erección dura como una roca.

    Chico: ahora me toca a mí.

    Yo: ¿a qué te refieres?

    El chico se sentó delante de mí y me indicó que me siente sobre él quedando mi trasero sobre sus genitales ahora flácidos. Le hice caso.

    Yo: ¿no piensas follarme, no? nunca hice eso.

    Chico: Sólo quiero... tocarlo.

    El chico metió su mano izquierda por dentro de mi uniforme y agarró mi pequeño pero duro pene. Empezó a menearlo. Se sentía muy bien.

    Yo: Guau, lo... ha...ces... muy... ri... co...

    Chico: ¿quieres que sea todavía más rico?

    El chico metió su otra mano por debajo de mi culo y empezó a rozarme la zona del ano. Yo estaba mojada y empecé a gemir como una pequeña adolescente en celo.

    Yo: ¡ah! ¡ah! ¡ah! ¡ah! ¡no... me... me...tas... el de... do....  no... me... gus... ¡AH!

    El chico metió su dedo índice en mi ano hasta la mitad. Se sentía increíble. Todo mi cuerpo sentia una electricidad. Ambos estímulos me tenían encendido. Mis piernas se levantaron casi por decisión propia y el chico comenzó a sacar y meter su dedo constantemente. Fuimos subiendo la apuesta y empecé a balancearme hacia arriba y hacia abajo. Ahora tenía el dedo a

    Yo: me...coooo....rrooooo...

    Mi semen empezó salir de a chorros y mi uniforme de mucama quedó mezclado de la leche mía y del crío. Jamás en mi vida me había corrido tan fuerte. Ahora no quería volver a ver aburrido porno hetero en mi vida, tenía que volver a mi dosis diaria de leche. No había otra salida. Era una sissy golosa y asumida.

    Yo: muchas gracias.

    Corrí la cabeza y nos dimos un rico beso.

    De pronto, se abrió la puerta del ascensor. No nos dió tiempo a reaccionar: era la madre del chico.

    CONTINUARÁ...

     
      Posted on : Oct 6, 2024
     

     
    Add Comment




    Contact us - FAQ - ASACP - DMCA - Privacy Policy - Terms of Service - 2257



    Served by site-7dcbc9b7d8-w9ddm
    Generated 22:39:41