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    Sometido en la isla de los Negros 4

    En capítulos anteriores, llegué a la isla Leche Negra a buscar a mi amigo Cristian. Allí fui adoptado por el Maestro de un hotel que me ofreció trabajo luego de salvarme frente a un policía que me forzó hacerle sexo oral ¿qué opciones tenía? en esta isla donde los hombres blancos somos tratados como putitas dominadas por grandes hombres negros, parecía que sólo podía ponerme un ajustado uniforme de mucama y trabajar en el lugar. Sin embargo, una noche entré a la habitación de mi amo a buscar el equipaje que me habían robado y me encontré con el pasaporte de mi amigo Cristian. Ahora, el Maestro se despertó y me encontró frente a su cama. Tenía que dismular.

    Ahí estaba, parado frente a mi amo sentado en su cama a las 4 de la mañana. No podía decirle que había entrado a buscar mi pasaporte para escapar, tenía que inventar algo. Entonces decistí ¿Todos quieren que sea una putita? entonces lo voy a hacer. Me acerqué a él y empecé a tocar su pene por arriba del calzoncillo.

    Yo: disculpe amo, pero tenía un poco de curiosidad.

    Mi amo se quedó en silencio para ver cómo iba a continuar. Acto seguido, le bajé los calzoncillos. Un enorme y jugoso pene tenía frente a mis ojos. Flácido, medía cerca de 20 centímetros. Acerqué mi cabeza y lo olí como si fuera un libro nuevo. Ese masculino olor a esperma de macho alfa me hizo temblar el ano. Ya le había sexo oral a un policía ¿qué problema tendría por hacerlo otra vez? abrí mi boca, saqué mi lengua y empecé a lamer sus peludos testículos mientras lo masturbaba con una mano. Un minuto después, levanté mi cabeza y empecé a chupar. Me metí su pene en la boca y me moví lentamente. Pude sentir como ese pene crecía y se endurecía dentro de mí y empecé a aumentar la velocidad.

    Maestro: ¿te gusta, putita?

    Yo: mmhmm

    Maestro: ¡más fuerte! ¡zorra! ¡no te escucho! ¡sácate el pene de la boca para hablar!

    Me saqué el pene y lo masturbé con fuerza.

    Yo: ¡Me gusta! ¡me gusta su pene! ¡amo!

    Maestro: ¿sólo te gusta?

    Yo: ¡me encanta! ¡quiero metérmelo en la boca y que me llene de leche!

    Maestro: ¿te vas a tragar toda mi leche, verdad?

    Yo: ¡si!

    Me metí el pene en la boca y seguí chupando a una gran velocidad.

    Maestro: si llego a ver una sola gota de semen que no hayas tragado, te hecharé a la calle ¿me has entendido?

    Yo: ¡mmmhmmm!

    Mientras chupaba, le empecé a tocar sus testículos con mis manos. Eran enormes, apenas me entraba uno en cada mano. De pronto, me dí cuenta de que estaba por correrse. el amo empezó a temblar sus piernas y pude sentir el primer chorro de semen en mis labios. Tenía un gusto salado. Nunca había probado algo parecido en mi vida. Para mi sorpresa, no era nada feo. Me tragué la primera corrida porque sabía que atrás de ella vendrían más. Mantuve su pene dentro de mi boca porque no quería dejar una gota afuera. Mi amo continuó corriéndose durante un tiempo. Dos corridas. Tres, cuatro, cinco, seis. Como me había pasado con el oficial de policía, esperaba cerca de quince. Yo me las tragaba a medida que salían. Nueve, diez, once, doce. Casi no me daba tiempo de tragar. Trece, catorce. Mi boca estaba repleta de semen y el hombre se quedó quieto para darme la corrida número quince. Me tragué todo el semen y finalmente saqué su pene de mi boca. Pensaba que ya había terminado pero, para mi sorpresa, lanzó la corrida número 16 sobre mi cara manchando mi nariz y uno de mis ojos, luego la número 17 sobre mi camiseta con la frase "I love my daddy" y la 18 y última sobre mi cabello y en parte sobre la cama.

    Maestro: puta sucia y asquerosa.

    Me golpeó.

    Yo: ¡au!

    Maestro: te dije que no dejes ni una gota afuera. Ahora quiero que lamas todo y te vayas.

    Yo: Si, mi amo.

    Eso fue lo que hice: primero me tragué el semen que tenía en mi cara, luego lamí mi camiseta y terminé lamiendo las sábanas con ese gusto salado que acababa de conocer. Cuando se la chupé al oficial de policía no había podido probar su semen porque su enorme pene estaba tan metido en mi garganta por lo que la corrida fue directo hacia mi estómago. Esta vez, había sido distinto.

    Salí de la habitación del maestro con el pasaporte de Cristian escondido entre mis bragas. Sin embargo, en ese momento no podía pensar en Cristian ni en irme del hotel. Toqué mi estómago. Estaba tibio una vez más ¿puede ser que tenga la panza un poco más grande? Volví a mi habitación y me acosté a dormir.

    Un par de horas después, sonó el despertador y todas las mucamas nos despertamos. Sin embargo, yo tenía un problema. Tenía una erección durísima y no se iba con nada. Fui hasta el baño, me senté en el water y me masturbé. Intenté pensar en mi novia desnuda pero lo único que recorría mi mente eran los monumentales genitales de mi amo y su sabroso semen. Me corrí gimiendo como una niña. Mi diminuto pene lanzó una muy pequeña y triste corrida. Me dió curiosidad ¿a qué sabría mi semen? ¿tendría el mismo gusto que el del maestro? mala idea: me metí la mano en la boca y escupí el semen enseguida. Tenía un gusto asqueroso, como de mala calidad. Era muy aguado e insípido.

    Tenía que ir a trabajar. Me puse mi uniforme de mucama y salí a cumplir mis tareas. Lavé los platos, barrí pisos, volví a conectar la televisión del viejo sabiendo que se masturbaba viendo mi culito y fregué el piso del hall en cuatro patas haciendo que todos los inquilinos me vuelvan a nalguear cada vez que pasaban. Al final del día, volví a la habitación de las mucamas. Allí estaba Sussy.

    Sussy: ¿me puedes explicar qué es esta mancha?

    Sussy tenía en su mano la camiseta blanca de "I love my daddy" con la mancha de la corrida de la noche anterior. Era la camiseta que ella me había prestado.

    Yo: Es... un producto de limpieza.

    Sussy: A mí no me engañas, esto tiene olor de semen de macho alfa.

    Yo: Yo... lo siento. Te compraré una nueva camiseta.

    Sussy: No, es que no entiendes. El problema no es la camiseta, el problema es que ahora ya es tarde. Ya has probado el semen masculino ¿quién es el afortunado?

    Yo: mmm... no... no importa.

    Sussy: ¿Es un inquilino o es alguien que trabaja aquí? ¿es Porongo? no me digas que es Porongo.

    Yo: No, no es de Porongo, es de alguien... más importante.

    Sussy se quedó con la boca abierta y los ojos como platos.

    Sussy: ¿le chupaste la polla al Maestro?

    Yo: No lo digas tan fuerte, todos podrían escucharte.

    Sussy: Ven conmigo.

    Sussy me llevó hasta su cama y nos sentamos. Parecíamos dos chicas adolescentes.

    Sussy: El semen de la isla Leche negra tiene algo... especial. No es como el semen que estais acostumbrados en el resto del mundo, es un semen con varias propiedades. Por un lado, tiene un alto nivel vitamínico y alimenticio ¿Has vuelto a tener hambre desde que te comiste esa corrida?

    Yo: Ahora que lo dices, no.

    Sussy: eso es porque una buena corrida de macho alfa es suficiente alimento para una sissy como nosotras durante un día completo. Son cantidades muy cargadas, nunca bajan de las 12 corridas y siempre vienen en una gran cantidad. Se estima que el Lecheronegro promedio (los que nacieron en Leche negra) eyacula dos tazas de semen por orgasmo.

    Yo: Si, puedo dar fé de eso.

    Sussy: Es un alimento cálido y súmamente adictivo. Ese es el problema: ahora que probaste la leche del hombre negro, vas a querer probar más y más. Si tienes problemas de abstinencia, siempre puedes contar conmigo para hablar.

    Yo: gracias Sussy pero no creo que me suceda nada de eso. Verás: en realidad yo soy un hombre heterosexual. Tengo una novia en mi país con la que he tenido sexo varias veces. No me gusta el pene. Nunca me gustó. Es cierto que emiten un olor muy llamativo y que tienen un gusto muy... particular... y que cada vez que veo un majestoso y enorme pene negro me sorprende como si fuera la primera vez y siento un cosquilleo en el ano y que se sintió muy bien acostarme con la panza tibia y llena ayer de noche y que tal vez hoy de mañana me haya masturbado pensando en el jugoso pene del maestro eyaculando sobre mi carita pero...

    De pronto me dí cuenta de que se me estaba haciendo agua la boca.

    Yo: pero nada... como te digo: no soy gay.

    Sussy: Como digas. Tú sabes que puedes contar conmigo para lo que sea. Por cierto, cuida tu imagen: el semen de hombre alfa te puede hacer crecer el estómago.

    Yo: vale, lo tendré en cuenta.

    Me volví a vestir para acostarme y me fui a dormir. A la madrugada, sin embargo, me desperté. Tenía una erección enorme y mi culo estaba transpirando. Tenía las bragas mojaditas y mi mente sólo podía pensar en una cosa: necesitaba probar el semen del maestro una vez más.

    No lo pensé demasiado. Simplemente salí de la habitación y fui hasta la puerta del maestro. Entré y lo ví dormido una vez más. Cerré la puerta y me dirgí a su cama. Me metí entre las sábanas, le bajé los calzoncillos y empecé a chuparle el pene una vez más. No demoró en ponerse erecto. Escuchar los gemidos del maestro soñando me dieron ganas de masturbarme. De pronto, el maestro se despertó, levantó las sábanas y nos miramos. Me quedé quieto. Todavía con el pene en mi boca.

    Maestro: ¿viniste a buscar la leche de las mañanas?

    Yo: Mjm.

    Seguí chupándosela. Estaba súmamente exitado. Necesitaba esa leche. Necesitaba mi leche. Estaba tardando demasiado. No podía esperar más. Me saqué el pene de mi boca y lo empecé a masturbar con fuerza.

    Yo: Por favor amo, se lo pido, quiero que me dé mi lechita. Tengo mucha hambre.

    Maestro: Lámeme las bolas.

    Yo: Si, mi amo.

    Bajé la cabeza y lamí esos dos enormes trofeos de la masculinidad mundial. Seguí masturbándolo con fuerza.

    Maestro: pon la boquita que ahí sale mi leche.

    Levanté mi cara, abrí la boca y saqué la lengua apuntando la punta de su pene. Seguía demorando. No salía más.

    Yo: Por favor, quiero mi le... ¡ay!

    La primera corrida cayó nuevamente sobre mi ojo.

    Yo: ¡ay!

    Otra corrida sobre mi cara. No esperé mas y volví a meter su pene en mi boca. Unas 16 corridas muy cargadas pasaron por mi boca. Intenté tragarmelo casi todo pero era tanto semen que se desbordaba de mi boca y mucho terminó cayendo sobre mi camiseta mojándome por completo. Cuando terminó, el maestro suspiró.

    Maestro: Abre la boca y muéstrame mi leche.

    Le hice caso. Tuve que hacer equilibrio para que no se caiga nada de semen de mi boca.

    Maestro: ahora quiero ver cómo te la tragas.

    Casi me dió lástima tragarme esa corrida y perderme ese excelente gusto de mi paladar.

    Maestro: Ya te puedes ir. A partir de ahora, puedes venir todos los días que quieras a tomar tu leche para empezar el día con energía.

    Yo: muchas gracias mi amo.

    Me paré y me fui. Otra vez caminé hacia mi habitación con las manos sobre mi panza llena y calentita, como si me hubiese comido un enorme banquete. Estaba satisfecho. Era impresionante lo fuerte que olía mi camiseta empapada de semen. Cuando llegué a la habitación, todas las sissys se estaban despertando. Era la hora de ponerse el uniforme. Sussy me miró entrar. Todavía tenía un poquito de semen sobre mi labio.

    Sussy: ¿Estuviste comiéndole el semen al Maestro otra vez?

    Yo: noo.

    Nos quedamos en silencio y, de pronto, se me escapó un ruidoso erupto. Sussy respiró con fuerza y sonrió. Pude notar que, debajo de sus bragas, empezaba a ponerse duro su pene.

    Sussy: Ese olor es inconfundible. Bienvenida al mundo de las lactosas, mi querida putita.

    Me dió una nalgada y se fue a vestir.

    En toda la semana siguiente la rutina se repitió: todas las mañanas antes de empezar con mi trabajo, me metía entre las sábanas del maestro para despertarlo con una buena sesión de sexo oral y empezaba mi rutina con el desayuno más nurtitivo y sabroso que había probado en mi vida.

    CONTINUARÁ...

     
      Posted on : Oct 6, 2024
     

     
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