|
Sometido en la Isla de los Negros 1
|
Al oeste del continente africano se encuentra una isla no muy conocida llamada Leche n¿Negra. Esta isla tiene algunas similitudes con los países de medio oriente donde el machismo es un problema y las mujeres tienen que adapatarse a las normas del lugar. Aquí no hay un problema de machismo sino un problema de racismo. El promedio de los habitantes son musculosos hombres negros de 2 metros con penes de 24 centímetros. Hace varios siglos pasaron los conquistadores españoles y les dejaron el idioma español pero el pequeño hombre blanco nunca pudo con esta isla. Desde entonces los hombres blancos son humillados y tratados como ciudadanos de segunda categoría. El escudo de la bandera dice claramente "siempre el hombre alfa sobre los betas". Hoy en día son una avanzada civilización con un alto PBI y una gran calidad de vida.
Años atrás mi mejor amigo Cristian viajó a esta isla en búsqueda de trabajo y jamás regresó. Poco a poco perdimos la comunicación, dejó de responder a los mensajes y ahora hace más de dos años que nadie sabe nada de él. Él era mi mejor amigo por eso decidí tomarme un mes de vacaciones para ir a buscarlo. Atrás, en España, quedó esperando mi novia Florencia de 20 años, una chica rubia y blanca de grandes senos y aparencia juvenil. ¿Quién soy yo? cuando llegué a Leche Negra mi nombre era Mauro y tenía 23 años. Soy hombre blanco hetero que trabaja en un supermercado. Nunca fui buen estudiante y tenía ganas de volver a ver a mi amigo, por eso junté mis ahorros de un año y, en lugar de irme una semana de vacaciones con mi novia, preferí viajar solo por un mes a buscar a Cristian.
Al bajar del avión ya pude notar las pequeñas diferencias. Lo primero que me llamó la atención del lugar fue el aroma: un fuerte olor extraño en todo el lugar que me hacía acordar a un vestidor masculino de un gimnasio. En el aeropuerto, así como en el avión, no pude encontrar a ninguna otro hombre blanco. Sólo habían hombres y mujeres negras mucho más altos y corpulentos que yo y de vez en cuando alguna mujer blanca acompañada por un hombre negro. Ya me habían mencionado las particularidades de este país y que los hombres blancos no eran muy bien recibidos por lo que sabía que debía ser cauteloso y respetuoso con sus costumbres.
Al salir de un aeropuerto en donde todos me miraban con extrañeza, intenté parar un taxi pero todos seguían de largo. Los primeros 4 o 5 taxis que pasaron estaban conducidos con hombres negros que me miraban con superioridad y alguno llegó a silvarme y gritarme "¡bienvenida preciosa!", "¡lindo culito!". Yo estaba vestido normal, vamos, pantalón vaquero, camisa blanca, nada que llame la atención más que mi color de piel. Afortunadamente, el sexto taxi se detuvo, conducido por una mujer blanca de unos 50 años. Ella me miró como riéndose y me dijo que suba.
Mientras nos dirigíamos hacia el centro de la ciudad, hablé con la taxista. Gloria era una mujer que vivía en Leche Negra desde hace 15 años. Era una de las pocas lesbianas del país y eso le daba respeto.
Gloria: No deberías ir vestido así en esta isla, es considerado como una falta de respeto.
Yo: ¿así como? pensé que estaba vestido normal.
Gloria: Así, intentando pasar por un hombre masculino. Verás, aquí los hombres blancos suelen llevar vestimentas más apretadas. Pequeñas musculosas rosa, polleritas, tangas, shorcitos. Ya me entiendes, como una sissy cualquiera.
Yo: ¿me estás vacilando? soy un hombre hetero, nunca me vestiría así.
Gloria: Créeme que eso aquí no es muy importante. Te recomiendo que aprendas a adaptarte a la cultura de esta isla o podrías tener problemas ¿has visto como ningún taxi quería atenderte? eso es porque los hombres blancos, o como les dicen aquí, las putitas blancas no tienen voz ni voto. No está permitido que las putitas blancas conduzcan automóviles, que tengan sus propios negocios, no pueden hablar sin que les pregunten y deben ser serviciales con su amo. Bueno, de hecho en teoría deben ser siempre acompañadas por su amo.
Yo: ¿Qué es un amo?
Gloria: Un amo es un hombre negro. Todos aqui tienen por lo menos una putita blanca que los acompaña a todos lados.
Mirando por la ventana del taxi pude ver lo que Gloria decía: empecé a ver otros hombres blancos como yo pero todos estaban vestidas como sissys con colitas de pelo y ropita rosa muy ajustada y caminaban cabizbajos agarrando la cintura de un hombre negro que casi les doblaba el tamaño. No podía creer lo que mis ojos veían ¿tendría que adaptarme a esta sociedad? ¿y qué pasaba si no me quería vestir como una sissy?
El taxi llegó a su destino y frenó frente a la puerta del hotel que había reservado. Antes de que pueda abrir la puerta, Gloria se dió vuelta y me miró a los ojos.
Gloria: Ten mucho cuidado, Mauricio, yo también vine de España y sé de muchos hombres como tú que les ha costado adaptarse a este lugar. Guarda mi número por cualquier problema.
Yo: muchas gracias, lo guardaré.
Tomé su tarjeta y bajé del taxi. Con mis maletas en mano, me dispuse a entrar al hotel no sin antes escuchar un par de silvidos a la distancia.
Una vez adentro, en el mostrador, un hombre negro corpulento leyendo el diario. En el gafete se leía que decía "Maestro del hotel".
Yo: disculpe...
Maestro: ¿qué pasó, putita? ¿tu amo te envió a buscar un poco de lechita? (dijo mientras se tocaba los genitales)
Yo: no, en realidad tengo una reserva en este hotel.
Maestro: ¿perdón? ¿una sissy golosa como tú quiere reservar una habitación para ella sola?
Yo: s-si, disculpe pero... en realidad había hecho una reserva por internet.
Le dije mi nombre y el maestro revisó su ordenador.
Maestro: Ah, si, aquí veo que hubo una confusión: te hicimos la reserva pero no sabíamos que eras una putita blanca. Verás, aquí es ilegal que le alquilemos habitaciones a hombres beta si no están acompañados de un hombre alfa. Es política del estado y podríamos tener una gran multa.
Yo: pero... esto no puede ser ¿en dónde se supone que me podré quedar ahora?
Maestro: te diré algo, sissy...
El maestro dió la vuelta el mostrador y se paró frente a mí. Parado era mucho más alto de lo que pensaba. En mi vida había visto un hombre tan grande. Frente a mis ojos quedaban sus genitales que emitían un fuerte olor. Miré al maestro a los ojos con cara de súplica y abrí un poco mi boca con preocupación.
Maestro: Creo que podría ofrecerte una solución. Después de todo, por tus maletas y tu vestimenta de intento de hombre alfa veo que acabas de llegar al país y tu no tienes la culpa de no entender cómo funcionan las cosas aquí.
El hombre posó su rostro sobre el costado de mi cara y empezó a pasar su pulgar sobre mis labios mojados.
Maestro: Sería una pena que una cara tan bonita no tenga dónde quedarse después de un viaje tan largo ¿sabes qué? creo que tengo un lugar para tí en donde podrías descansar por las noches.
Yo: ¿en serio? ¡muchas gracias señor!
Maestro: ¡no!
El hombre me golpeó una cachetada.
Yo: ¡au!
Maestro: no me digas "señor", tú a mí me dices "amo" ¿entendiste?
Yo: si, amo.
Maestro: no quiero que te vuelvas a confundir o tendría que volver a golpearte. Ahora espera que Sussy te mostrará tu nuevo dormitorio ¡Sussy!
Enseguida se acercó por un pasillo un hombre blanco de mi exacta altura vestido con ropa de mucama: gorrito blanco, delantal y una pollerita que apenas cubría sus piernas depiladas. Sussy hablaba de una forma muy feminina, sevicial y alegre.
Sussy: ¿si, amo?
Maestro: quiero que le enseñes la habitación de las golosas a esta chica. Vivirá con nosotros durante un tiempo.
Sussy: Si, amo. Ven conmigo, querida.
Yo: gracias.
Con mis maletas en las manos, seguí a Sussy por un pasillo. Mientras caminaba, pensaba en lo que había ocurrido ¿porqué admití llamarle "amo" al maestro? ¿se estaba aprovechando de mí o estaba haciendo lo correcto para adaptarme a la isla? ¿porqué dejé que me tocara el rostro y porqué cuando pasó el pulgar sobre mis labios sentí un ardo extraño en mi trasero? ¿acaso me estaba gustando? ¿porqué dejé que me golpeara? ¿es porque tenía miedo de enfrentarle o porque en el fondo sentía que me lo merecía? había algo himnotizante en su mirada y eso me preocupaba. Después de todo, no soy gay: tengo una novia en España que me espera.
Llegamos al final del pasillo y Sussy abrió una puerta y me indicó que pase con una sonrisa. Adentro me encontré con varias camas marineras. En total, unas 6 camas con colores de tonos rosa y blanco.
Sussy: puedes dormir en la cama de más abajo y dejar tus cosas debajo de la cama.
Yo: genial.
Sussy: En el fondo tienes el servicio por si quieres darte un baño. Seguramente estás cansado después de un largo vuelo.
Yo: ¿puedo preguntarte algo, Sussy?
Sussy: ¡Por supuesto!
Yo: ¿te gusta trabajar aquí?
Sussy: es lo mejor que me pasó en mi vida, ya te acostumbrarás.
Dicho esto, se fue y me dejó solo. "Ya te acostumbrarás" ¿de qué estaba hablando? como sea, cerré la puerta de la habitación, dejé mis valijas debajo de la cama no sin antes tomar mi pijama y dirigirme al baño. Me dí una ducha de agua caliente y luego me puse la ropa para dormir: pantalón negro, camiseta azul y calzoncillos. Al salir, me acosté agotado sobre mi nueva cama. No tuve tiempo de pensar nada de lo que había pasado.
Un par de horas después, en la oscuridad, empecé a escuchar un ruido constante. Abrí los ojos. Ya era de noche. Me dí cuenta de que en cada una de las camas habían otros hombres durmiendo como yo pero, lo que me dejó impactado, fue lo que ví a mi izquierda. Debajo de las mantas de la cama de al lado estaba la fuente del sonido: un hombre negro estaba penetrando a Sussy y le tapaba la boca con la mano para callar sus gemidos. Sólo podía ver sus rostros al final de la manta pero era bastante claro lo que estaba pasando. El hombre no era el maestro, era alguien más. Yo estaba boquiabierto mirando incrédulo y, de repente, el hombre negro me miró a los ojos. Inmediatamente cerré los ojos y me hice el dormido de una forma muy torpe. Era evidente que estaba mirando. Qué vergüenza. Pude escuchar cómo seguían durante minutos y depronto me dí cuenta de que tenía la boca mojada y... también mi ano se estaba empezando a mojar. Mi pene se estaba poniendo erecto ¿cómo era esto posible? ¡a mi no me gustan los hombres!
Luego de lo que pareció una hora, el ruido del sexo fue incrementando cada vez más hasta que en un momento fue claro que ambos se corrieron al mismo tiempo por un gemido mutuo: el hombre negro gimiendo como un animal peligroso y Sussy gimiendo como una mujercita dominada. Escuché como el hombre negro salía de la cama y Sussy diciéndole "gracias, porongo" luego de darle un beso. ¿Porongo? ¿ese era su nombre? pero, cuando parecía que el hombre estaba por irse, se acercó a mi cama. Yo permanecía totalmente inmóvil, tratando de disimular. Pude sentir su respiración sobre mi nuca por unos segundos hasta que de pronto sentí su mano apretando mi trasero. Lo hizo con cierta intensidad y su dedo anular se metió con fuerza sobre las mantas tocando mi ano. Inmediatamente, tuve una fuertísima erección. "Ya te tocará tu turno, curiosa" dijo el hombre negro. Luego soltó mi trasero y se fue de la habitación cerrando la puerta.
CONTINUARÁ...
|
|
|
Posted on : Oct 3, 2024
|
|
|
|
|
|
|
|
|