Invierno 1550, en un pequeño pueblo de montaña del pirineo catalán... Amancio es un guapo ganadero al que la suerte a sonreido. Es capaz de mantener su familia y además dos sobrinos que quedaron huérfanos por una epidemia. Su masía esta rebosante de embutidos y vino para pasar el frío invierno que se avecina. Según los agricultores de la zona será duro y frío, muy frío.
Empezaron las nevadas y toda la familia no tardó en quedar aislada. No era problema, había leña en abundancia y el mas era lo suficientemente grande para todos. Una noche de Navidad todos comieron y bebieron en abundancia. Hablaron sobre los que ya no estaban y de sus más antiguos antepasados: guerreros valintes que luchaban contra los moros, familiares que por esas fechas celebraban extraños rituales ancestrales, brujas buenas y cátaros sodomitas. Amancio se encontraba pletórico al ver su familia sana, danzando semi desnuda al calor del inmenso hogar que había hecho construir para esos meses en la montaña. A su mujer le rebosaban los pechos en el corpiño mientras bailaba con su sobrino que hacia poco había cumplido los 19 años. Su hijo Abel tonteaba con la prima Soledad debajo de la gran mesa de roble y sus hijos, Marta y Ferran se entrenian junto a el primo Ricard molestando al enorme mastín Zeus que como siempre andaba cachondo. Su rosado pene sobresalía de la piel rebosante de lefa. Los dos jóvenes jugaban con sus enormes testiculos, a Zeus le volvía loco que se los tocaran. Aunque en el pueblo había juventud todos los jóvenes del mas apaciguaban normalmentr su calentura normalmente entre familia. A la prima me arrimo. En parte por lo alejados que vivían de la parroquia más cercana y de sus extrictas y estúpidas normas, en parte porque eran una de la familias más agraciadas en belleza de la comarca y en las aldeas cercanas había poco bueno entre lo que elegir. A Amancio se le antojó subir a su estancia con su preciosa y rolliza mujer. Estaba cachondo de tanta alegría y el banquete de quesos y embutidos de aquella cena. Los dos subieron tranquilamente dejando a los más jóvenes en sus festivos quehaceres. Una vez allí, el señor de la casa se despojó de toda vestimenta de su parte inferior y se lanzó al ritual sexual que tanto le gustaba. Se puso bien abierto a cuatro patas sobre su enorme cama con dosel, encima de su colchón de lana y llamó a Margarita: "Pastorcilla! Venga usted a ordeñar la vaca!"
Acto seguido, Margarira se aferró al enorme pene y aún más grandes cojones de amancio y dijo: " Que coño vaca, si se trata de un toro" No tardo en aplatar sus sonrojadas mellizas de pastora bien alimentada en el culo de su marido y, con hambre desmedida, comerle el ano hasta que su pene tomó buen tamaño. No tardaron en retozar en el mullido pero irregular colchón. Hasta que la maciza puerta de la estancia se abrió de golpe... Padre, padre! venga rápido. Sus hijos varones con cara de asustados agarraron de los antebrazos a sus semidesnudos padres y los guiaron escaleras abajo hasta la estancia principal del hogar. Alli se encontraba su hija Marta con las enaguas levantadas y Zeus sobre ella, los dos enganchados. Ella con cara de susto y el can extasiado. "No se despegan padre, no hay manera! " Amancio rió a carcajadas y lo mismo hizo la madre. Cómo todo buen hombre de campo había tenido muchas y variadas relaciines sexuales con animales de la granja. Supo perfectamente que hacer... Se puso detrás del can y con su todavía dura polla lo ensartó. No le fué difícil. El animal tenía un enorme ano. En la casa era conocido por sus enormes mierdotes que decoraban todo el mas. El perro aulló y rápidamente se desaclopó de la viciosilla hija. No sin que ella diera otro aullido al salir de golpe aquel extraño falo canino. Realmente era un riesgo hacer aquellopero el cabeza de familia quería dar una lección a su hija para que dejase aquel lujurioso vicio de la zoofilia. "Veis hijos y sobrinos! Dios nos ha dado llaves y cerraduras diferentes a bestias y personas para disfrutar en esta dura y peligrosa vida! Venga! Que corra el clarete que ya nos habéis estropeado el juego a vuestra madre y a mi! " Volvieron todos a beber y a cantar, sonaron los cantaros, botellas y las castañuelas mientras las hembras de la casa cantaban contentas historias de nobles e infieles cortesanas que hacian el amor con cierto emperador... Que risa, que calor hacía con el hogar ya en plenas brasas. Se fué amorteciendo la luz y borrachos, algunos en pareja, otros en grupo se fueron arrimando. De repente se hizo el silencio, solo roto por algún suave susurro o un sensual gemido.
Padre y madre se tumbaron sobre las pieles blancas y sedosas de los carneros sacrificados en primavera. Ferran y el primo Ricard se dirigieron a gatas cómo linces hacia ellos. Los sorprendieron y comenzó la caza. Ferran montó a Margarita sin resistencia y Ricard, bello y enorme efebo, decidió emular a su tia haciendo de la pastorcilla. Su tio político, esta vez, levantó las piernas y dejó hacer al chico sin decir nada... Se oía un "huuum, huuum" permanente por toda la estancia. Abel, que era más de mirar se masturbaba inquieto recorriendo la estancia. Papá ya montaba a la madre mientras los dos comían con ganas la poya de su hermano. El primo Ricard penetraba como loco a su tío desde atras. Era Sodoma y Gomorra cómo decía el vicioso párroco de la comarca. El edén del dusfrute...
Por su parte las dos chicas volvieron viciosas a por Zeus todo y el reciente incidente y la arenga del cabeza de familia. Todo hay que decir en su defensa, que el can gastaba nabo semejante al de un potrillo...
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