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Las semanas fueron pasando y la confianza entre Ana, Patricia y yo fue creciendo. En cuanto podíamos quedábamos para tomar algo o para llevar a las peques al parque, por lo que poco a poco se creó una amistad bastante sólida. Patricia sabía lo que hacía, por lo que su relación con Ana era inmejorable, algo que le permitía tener acceso a mi con facilidad. Por mi parte pasaba algo parecido, ya que me tenía embrujado y la mejor manera de tenerla cerca era. A través de mi mujer. Un jueves quedamos los tres para tomar algo y decidimos comer juntos y echar la tarde. Las mujeres, que creo yo que sabían perfectamente lo que hacían, se trajeron a una sobrina de Patricia que tenía varios años más que las niñas, para que jugase con ellas en su cuarto, por lo que nosotros podíamos tener algo más de autonomía. Para colmo, en vez de en salón decidieron que nos pusiéramos en mi despacho, una habitación con balcón propio, donde yo podía poner música tranquilo y, sobre todo, con una hermosa puerta y un pestillo para evitar sustos innecesarios.
Tras tomar una copa y echar unos bailes, la cosa se fue poniendo a tono. Ana llevaba una minifalda de un tejido que imitaba al cuero y una blusa corta muy sensual, mientras que Patricia nos obsequió con unas mallas ajustadas grises que dejaban disfrutar todas sus virtudes y un top negro muy que llenaba generosamente. Salieron ambas al servicio, lo que aproveché para hacerme un porrito. En cuanto volvió Patricia dijo "que bien huele, me dejas probarlo?", por lo que se lo pasé. Ana había echado otra copa y tras llegar cerró el pestillo de la puerta y también le dio una caladas, por lo que ambas, menos acostumbradas que yo, se pusieron muy tontorronas. Comenzaron a bailar agarrándose por las caderas, ante lo que yo empecé a ponerme muy caliente. Las veía allí como si de una pareja se tratase y mi imaginación comenzó a divagar sobre qué es lo que haría con ambos bellezones. Se repente Ana besó a su querida amiga, solo un pico, pero que pronto se convirtió en una comida de boca en toda regla. Yo no podía creer lo que estaba viendo ante mis ojos, por lo que no pude más de empezar a refregarme la polla por encima del pantalón que llevaba puesto.
Mi mente me decía que había algo entre ellas que se me había escapado, pero igualmente sabía que no era el momento adecuado de pensar en ello y si el de disfrutar de la oportunidad que tenía delante. Tras unos minutos interminables, Patricia me tendió la mano invitándome a sumarme a la fiesta, algo que hice de inmediato. "Besala Pablo. Sabe a fresas la jodía" me dijo Ana de inmediato, tras lo que me acerqué, la agarré por la cintura, y la besé apasionadamente. En breve me separé y besé a Ana del mismo modo, hasta que nuestras manos fueron disfrutando de los cuerpos de los otros, caderas, traseros, cuellos, poco a poco nos fuimos soltando, hasta que Patricia le dió un empujón a Ana e hizo que se sentara en el sofá. Me cogió de la mano y comenzamos a besarnos, magreandonos frente a ella, hasta que al poco nos agachamos ambos hacia ella y mientras que yo la besaba Patricia le desabrochó la blusa, dejando al aire su hermosa ropa interior. Yo seguí besándola por el cuello, mientras que els, tras manosear sus pechos un poco, le quitó el sujetador y comenzó a lamerle los pechos.
Ana suspiraba y gemía de placer, mientras que su amiga y yo continuabamos dándole besos, lengüetazos y chupones. Entonces Patri me dijo "disfruta de sus pechos", mientras que le levantaba la falda y dejaba al aire su magnífico coño, del que solo nos separaba su minúsculo tanga. Comenzó a pasarle la lengua por el, algo que hizo que Ana se abriese bien de piernas y pidiera más. De repente Patri se levantó y se sentó junto a ella en el sofá y me pidió "anda enseñame como te la comes" tras lo que se giró hacia ella y comenzó a besarla y a magrear sus pechos. Yo le bajé las braguitas, que estaban ya chorreando, y comencé a trabajar con mi lengua y mis labios su delicioso coño, algo que la puso ya a más de cien. Tras disfrutar un buen rato, Ana me dijo "Tenemos que ser hospitalarios con las visitas Pablo", empujando mi cabeza en dirección a Patricia, que al ver como me acercaba se abrió de piernas ofreciéndome su hermoso cameltoe. Su enorme raja intentaba liberarse de las mayas, que se le clavaban en ellas, dejando un panorama asombrosamente hermoso. Tenía un coño con unos labios enormes, que comencé a recorrer con mi boca de forma muy lenta, para que lo disfrutase de verdad y sin prisas. Ana mientras se dedicó a su cuello y sus hermosos pechos, para lo que acabó quitándole el ajustado top. Tenía unas tetas de esas que nunca quieres dejar de mamar.
Cuando ya estaba bien mojada y gemía como una loca implorando más, agarré las mallas por la cintura y se las bajé, deleitándome en la hermosura que aparecía ante mí. La miré de reojo mientras lo hacía y me miró con cara de zorra, sacándome la lengua de forma más que sugerente. Me agaché y comencé a lamerla de nuevo con el tanga puesto, esta vez ya con más brío, tras lo que Ana me dijo "quitárselas, que está muy caliente". Dicho y hecho, le bajé el tanguita y me abalancé sobre aquel hermoso coño, de cual rápidamente me llamó la atención que, a pesar de tener unos enormes labios, tenía una raja pequeña en comparación y un clítoris bastante grueso. Aquello sabía a gloria, por lo que lo disfruté como pocas veces he disfrutado un manjar, aunque cuando la tenía muy cerca ya del orgasmo Ana se levantó y se sentó sobre ella, poniéndose pubis sobre pubis, lo que me dejó dos hermosas rajas y dos preciosos culos al alcance de la boca. Ambas se besaban de forma compulsiva, como si la otra se le fuera a escapar, mientras yo tracé mi estrategia para tener complacidas a ambas a la vez.
La almeja de Patricia era una deliciosa fuente que no paraba de regalarme sus exquisitos flujos, por lo que antes de dirigir mi boca hacia la de Ana, metí un dedo en ella, que entró casi sin darse cuenta, por lo que mientras lamía el clítoris de Ana aumenté la cosa a dos dedos, algo que si la hizo ya dar un respingo y comenzar a jadear más fuerte. Me fui turnando con las dos, usando mis dedos con una mientras mi boca se dedicaba a la almeja de la otra, lo que hacía que sus flujos se mezclasen y me ofrecieran un sabor único, hasta que ambas quisieron que no sacará los dedos de ellas. Entonces me incorporé un poco y metí tres dedos en cada coño, haciendo que cuando los de una entraban, los de la otra salieran. Ya no se besaban apenas, por lo que Ana se sentó en el sofá pegada a su amiga y ambas gemían de placer viendo cómo las penetraba con mis manos a ambas. Pronto Patricia me sujetó el brazo por la muñeca, algo que también hizo Ana, ayudándome ambas a conseguir el ritmo que cada una necesitaba y a ayudarme a hacerlo con mayor fuerza. Poco a poco los gemidos fueron en aumento, hasta que Ana convulsionó de placer y se corrió. Al ver aquello Patricia me pidió que le metiera los otros dedos, tras lo que comenzó a utilizar mi mano como si de un consolador enorme se tratara, hasta que lanzando un sonoro grito me regaló un caudaloso chorro de líquido que impactó en mi cara. Se había corrido como yo nunca había visto hacerlo a una hembra, tras lo que ambas quedaron tendidas en el sofá besándose en los labios.
Cuando intenté incorporarme Ana me agarró de la mano y me dijo "tranquilo, tu no te escapas", tras lo que me echó en el sofá y bajándome de un tirón los pantalones invitó a Patri a acompañarla. Mi polla estaba realmente dura, producto se la enorme excitación que llevaba viviendo desde hacía rato, por lo que Ana la agarró con fuerza y mirando a Patri le comento "te gusta el pollón de Pablo?. Pues más rico está". Patri miró con cara de zorra y me preguntó "te apetece que te la cuide?", a lo que yo solo pude asentir. Agachó su cabeza sobre ella y comenzó a darle lametazos, a los que se unió rápidamente Ana. La sola visión de aquellas dos preciosidades dedicándose a darme placer ya me hizo flaquear las piernas, algo que se agravó cuando empezaría a turnarse para mamarla, mientras que la otra se dedicaba a mis huevos. En un momento dado Ana dejó a Patri mamando mientras me dijo "anda, deja que nuestra invitada pruebe tu deliciosa leche", tras lo que introdujo du dedo índice en mi culo, algo que tardó muy poco en ayudarme a acabar, algo que hice con uno de los placeres más intensos que consigo recordar. Patri, lejos de apartarse, recibió mi carga de muy buen grado, saboreandola como si de una profesional se tratase, tras lo que mirándome sacó su lengua llena de esperma y lo degustó con enorme placer.
Cuando ya nos vestimos y Ana salió a la cocina a empezar a recoger, Patri se acercó a mí y con voz sensual me dijo "hoy me quedo con las ganas de sentir tu polla dentro de mi, pero he disfrutado mucho contigo. Lo haré pronto, seguro", algo que hizo que un escalofrío recorriese mi cuerpo de arriba a abajo.
Continuará...
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