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    Mis primeros recuerdos: mi despertar sexual con mi abuela 04 (1° parte)

    Tras la relativa normalización de la relación entre mi abuela y yo, ella comenzó a mostrarse ante mí como realmente era, una mujer madura realmente ardiente, que necesitaba desfogar bastante a menudo. La que fuera mi dulce abuelita aparecía ante mí como una loba salvaje con un constante apetito carnal, algo que lejos de molestarme, contribuyó a afianzar y mejorar mi relación con ella.

    Una semana después de nuestro último encuentro, llegué del colegio y allí estaba ella, aún más sexy que de costumbre. En cuanto la vi supe que ese día necesitaba dar rienda suelta a sus más oscuros deseos. Llevaba puesto un camisón azul, prácticamente trasparente, que dejaba ver un juego de sujetador y braguitas negros de encaje. Sus generosos pechos estaban casi al aire, ya que el borde del sujetador mostraba incluso parte de sus oscuros pezones y sus braguitas le quedaban muy justas, dejando asomar por los lados ese hermoso bello púbico que tanto me gustaba. En cuanto solté la maleta me preguntó: "tienes hambre rey?", a lo que asentí con la cabeza mientras la desnudaba con la mirada.

    Nos sentamos a la mesa y disfrutamos de unas exquisitas albóndigas que ella preparaba, uno frente al otro. Cuando ya las tenía casi devoradas, levantó la pierna bajo la mesa hasta colocar su pie derecho entre mis piernas, algo que no me esperaba. Tras buscar y encontrar mi entrepierna, comenzó a acariciarla arriba y abajo con su pie diciéndome: "como tienes a tu hermanito pequeño hoy?", ante lo que solo pude balbucear"bien abuela", mientras notaba como éste se desperezaba con rapidez. Ella estaba consiguiendo que alcanzará su buen tamaño, mientras me seguía diciendo: "hoy te voy a enseñar otra cosita que seguro te va a gustar", mientras su mirada lasciva me incomodaba y gustaba al mismo tiempo.

    Tras ofrecerme algo de postre, me mandó a lavarme las manos y los dientes mientras se retiró a su habitación. No necesitó decirme nada más, ya que yo solito salí del baño y fui a su encuentro. Allí estaba ella,, peinando su hermoso pelo frente al espejo. "Ponte cómodo", me dijo, tras lo que fui y me puse unas casonas y una camiseta. Al regresar seguía frente al espejo, pero en vez de peinarse tenía una de sus manos metida dentro de sus bragas, mientras la otra recorría sus pezones. Quedé inmóvil ante tan ardiente imagen, ante lo que ella me pidió que me acercara. Tras girar u butaca hacia mi, me pidió que le acaríciame los pechos, para después darme un apasionado beso que me puso ya a 100.

    "Dame besitos por el cuello rey" me dijo mientras ella acercaba su mano comenzando a rozar casi de pasada mi entrepierna, tras lo que me fue dirigiendo para seguir besándole los hombros, el cuello y sus hermosos pechos, dónde dejó que me recreara en sus pezones, que conseguí poner realmente duros. Cuando llevaba ya un buen rato jugando con ellos, cogió un cojín y lo tiró a mis pies, para que pudiese arrodillarme ante ella y seguir bajando por su barriga. Entonces me dijo: "hoy quiero que pruebes lo bien que sabe tu abuelita" tras lo que empujó mi cabeza hasta ponerla entre sus muslos. "Besarlo con dulzura cariño, como tú sabes", abriendo sus piernas y dejando a la vista esas hermosas braguitas que ya olían a ella.
     
     En cuanto comencé a besarlas, me di cuenta que estaba ya muy excitada, ya que las tenía bastante húmedas, aunque no era nada para como se pusieron con mi delicioso trabajo. Muy pronto me suplicó "quitame las braguitas, que quiero sentirte dentro", tras lo que se las bajé poco a poco, dejando libre ante mí su hermoso coño. Tenía unos labios anchos, muy carnosos, un clítoris bastante grande y una mata de pelo que lo rodeaba por completo. Muy limpio, pero con su inconfundible aroma. En cuanto mi lengua comenzó a recorrerlo, se convirtió en una deliciosa fuente que no paraba de chorrear, haciendo que mi boca no diera abasto para tragar tanto jugo. Ella empujaba mi cabeza contra su coño, totalmente excitada, mientras gemía y suplicaba "metela dentro, quiero sentirla bien adentro" y yo continuaba moviéndola mientras con mi mano me sonaba la polla, que ya chorreaba sin control.

    De repente ella comenzó a gritar de placer pidiendo que no parase, hasta que un caño de líquido espeso inundó mi boca y me llenó toda la cara, algo que no hubiera imaginado jamás. Ella seguía suplicando que no parará, pero mi inexperiencia había hecho que ya casi no pudiese mover la lengua. Se lo había dado todo y ella lo sabía muy bien. Tras apartar mi cara y limpiarla con delicadeza, me dijo con voz susurrante "eres un encanto. Me lo has hecho como nadie hasta ahora. Nunca lo olvidaré". Al igual que yo sé que jamás olvidaré ese delicioso sabor que dejó en mi boca y que no quería que se fuera nunca.

    Después quiso cumplir conmigo, pero en cuanto agitó mi miembro dos o tres veces para mantenerlo a tono, estaba tan excitado que este lanzó un enorme chorro de leche, que cayó sobre sus pechos. Era la primera vez que veía mi propio semen sobre una hembra y a partir de entonces fue algo que me encantaba repetir. Ella, quizás sin saberlo, había sembrado en mi la semilla de mi enorme afición por el sexo oral, algo que me sigue acompañando hasta nuestros días y que sé que nunca desaparecerá.

    Continuará...
     
      Posted on : Feb 10, 2022
     

     
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