Ella se dió cuenta de ello, por lo que decidió actuar para evitarlo. Esa tarde me mandó a darme un baño y se metió conmigo en la bañera. Al ver lo tenso que estaba me comenzó a hacer cosquillitas, algo que desde muy pequeño me encanta y me relaja mucho. Comenzó a decirme al oído que no se había portado bien conmigo, que solo se preocupó de ella misma y no de mi, algo que en principio no entendí. Comenzó a acariciarme la entrepierna y me preguntó si me gustaba, a lo que solo pude responder que si. De repente paró y me dijo que saliéramos ya, por lo que pensé que de nuevo me quedaría con la miel en los labios. 

Salió rápido de la bañera, se puso su bata y salió del baño, mientras yo salía y me secaba. Cuando estaba acabando me llamó desde su cuarto, por lo que me lié la toalla y fui. Cuando entré estaba sentada ante el espejo aún en bata cepillándose el pelo y me dijo que me sentara en la cama. Se levantó y se dirigió hacia mi, abriéndose la bata cuando llegaba y preguntando "te gusta el cuerpo de tu abuelita?". A mí se me salieron los ojos observando sus hermosas curvas, mientras ella me decía "acaríciame anda". Tímidamente la agarré por la cintura y ella cogió mis manos y las hizo recorrer su culo y sus piernas. Me tumbo sobre la cama y se echó sobre mi, dándome un apasionado beso en la boca que jamás olvidaré. "Te gusta?" me pregunto, a lo que solo pude decir que si, tras lo que comenzó a besar mis pómulos, mi cuello, mis hombros y mi pecho.

Yo no creía lo que me estaba pasando, pero estaba muy muy caliente e inmobil como para decir nada. Poco a poco continuó bajando por mí barriga hasta que al llegar a mi entrepierna me dijo "este es mi regalo por hacerte ya un hombre hecho y derecho. Espero que te guste". Tras ello comenzó a deslizar su lengua por mi polla y mis huevos, rozandolos casi sin tocarlos, lo que me hizo ponerme duro como una piedra, hasta que se metió mi polla en la boca y comenzó a mamarla. Yo, que ni siquiera había podido meter mano a una chica antes, alcancé un grado de calentura que jamás había conocido, por lo que no tardé mucho en correrme. 

Quise quitarle la boca de ella pero no me dejó, dejando que disfrutase del éxtasis dentro de su boca. Cuando por fin se levantó, vi como de su boca caían unas gotas que yo no sabía de que eran. Luego ella me dijo que era semen y me preguntó si era la primera vez que lo echaba, a lo que dije que si, algo que le encantó. Después me eché en la cama con ella, con la cabeza entre sus hermosos pechos, pensando en el enorme placer que acababa de sentir, mientras que ella suspiraba de satisfacción.

Continuará...