Las semanas fueron pasando hasta que un buen día mi abuela salió a hacer algunas compras, momento que yo aproveché para colarme en su cuarto. Su olor estaba impregnado por todos sitios en aquella habitación, aunque yo me fui derecho a los cajones donde sabía que guardaba su ropa más íntima, lugar donde descubrí mi enorme fetichismo con la ropa interior de mujer. Encontré unas braguitas de un tejido parecido al de las medias, en un rojo apagado y con hermosos encajes. Las acerqué a mi nariz y su aroma me puso realmente excitado, por lo que casi sin darme cuenta comencé a manosear me la entrepierna. Cuando la polla no podía crecer más, la saqué de los pantalones y comencé a acariciarla con las braguitas, algo que me puso aún más caliente.

Tan encendido me puso, que no escuché llegar a mi abuela, que sigilosamente se acercó a la puerta de su cuarto y al verme en acción con su ropa interior me dijo gritando: "esto si que no lo voy a permitir". Me agarró por una oreja y me arrastró hasta el cuarto de baño, sin dejarme siquiera subirme los pantalones. Me ordenó lavarme las manos con agua y jabón, mientras me miraba a los ojos a través del espejo. Yo no entendía que ni me hubiera dejado subir los pantalones, pero mientras me decía "te gusta la ropa íntima de tu abuela no?" acercó su mano a mi polla y comenzó a agitarla lentamente, haciendo que fuera creciendo poco a poco y diciéndome "no voy a permitir que disfrutes tú solito, estando aquí tu abuela para echarte una mano". 

Yo no creía lo que estaba ocurriendo, pero la sorpresa inicial se fue volviendo solo placer. La veía amasandomela a través del espejo, mirándome con lujuria mientras decía "desde que se fue el abuelo estoy muy solita. Tu deber es ayudar a tu abuela". De repente se subió la falda y se quitó las bragas que llevaba puestas, acercandolas a mi boca y mi nariz mientras volvía a bombear mi polla. "Te gusta como huele la abuelita? Pues te vas a hartar". Tras un rato así dejó mi polla y me sentó en el water. Apoyó una de sus piernas en la bañera y dejó entrever su hermoso coño invitándome a tocarlo: "has tocado alguna vez un buen coñito?" Agarró mi mano y la dirigió hacia él, enseñándome como debía acariciarlo. 

Tras dejarme jugar con sus labios y su rizado pelo un rato, dirigió mis dedos hacia su húmeda raja y me dijo "mete uno de tus deditos anda". Al hacerlo noté como su rajita estaba ya chorreando, mojandome rápidamente la mano. "Mete otro más anda, que me tienes muy caliente" dijo mientras sujetaba mi mano y la hacía entrar y salir de su almeja. En poco tiempo comenzó a temblar y su coño se inundó aún más, mientras gemía de placer. Sacó mi mano de su coño y me hizo dirigirla a mi cara diciendo "así es como huele tu abuela rey". Se metió en la bañera mientras me quedé inmóvil pensando en lo que acababa de ocurrir, tras lo que me subí los pantalones y salí corriendo de allí.

Esa noche me masturbé varias veces pensando en el rico coño de mi abuela y en su delicioso olor.

Continuará...