Siempre ha sido una persona muy atractiva, con generosas curvas que pocos hombres no admirasen, aunque recuerdo especialmente sus enormes pechos y su amplio trasero, que desde muy joven llamaron mi atención. De pequeño no entendía lo que mi tío me quería decir, cuando señalaba que tuviese cuidado con ella, porque tenía mucho peligro, pero conforme fueron pasando los años, sus palabras adquirieron significado para mí.

 Y es que con el tiempo he entendido que ya siendo un crío, ella aprovechaba la hora del baño para manosear mi colita. Decía que había que estirar el pellejo para que mi capullo fuera saliendo poco a poco, mientras masajeaba la zona con paciencia y mucho cuidado. Me acostumbré a bañarme con ella, algo que se convirtió en algo habitual después de abandonarla mi abuelo, cuando yo tenía 6 o 7 años. 

Cuando llegaba la hora del baño ella me quitaba la ropa y me metía en la bañera, para luego ante mis ojos ir dejando su hermoso cuerpo a la vista, para finalmente meterse conmigo y ayudarme con mi higiene. Recuerdo que me encantaba jugar con sus deliciosos pechos, algo que a ella también le gustaba mucho, invitándome a chupar sus pezones en muchas ocasiones "como si ella fuera mamá y yo un bebé".

Poco a poco fui creciendo y con unos 9 años descubrí el sitio donde mi tío guardaba sus revistas eróticas, Playboys y Penthouse principalmente. Esperaba a que ella comenzase con las tareas de la casa y corría a disfrutar de esos hermosos cuerpazos que aparecían en ellas, momento en el que comenzaba a picarme la pollita. Recuerdo que por aquellos entonces me tocaba viéndolas y ya me daba mucho gusto, pero no llegaba a tener orgasmos.

Pero un buen día mi abuela entró de repente en el cuarto y me pilló en plena faena. En principio se limitó a echarme la bronca, diciéndome que era muy joven para estar ya así, pero su comportamiento conmigo dio un giro radical desde ese momento, algo que nunca podré olvidar. Un par de días después llegó la hora del baño y tras meterme en la bañera comenzó a desnudarse de forma muy sensual. Yo no podía quitarle los ojos de encima, algo que ella notaba y aprovechaba para ponerme aún más caliente.

Antes de meterse me dijo "te gusta el cuerpo de tu abuelita?", ante lo que yo aparté la mirada y me puse realmente colorado. Ella se metió en la bañera diciéndome "no te avergüences rey, eres ya un hombrecito y es algo normal". "sé que no es tan hermoso como el de las chicas de las revistas, pero es de verdad". Yo babeando le dije que era muy bonito y ella simplemente sonrió. Comenzó a enjabonarme minuciosamente y cuando llegó a mi pollita se recreó en ella, diciéndome " veo que mi hombrecito tiene los huevos más grandes". Amasó mi pollita por un momento, algo que me hizo suspirar profundamente, pero llamaron por teléfono y todo se paró.

Tras salir del baño y secarme la vi con su bata de baño sentada en el sofá hablando por teléfono. Tenía las piernas cruzadas, por lo que al no llevar bragas, me ofreció una hermosa vista de su delicioso coño abierto. Quedé embobado con aquella visión, algo que ella cortó cuando se percató de que estaba frente a ella, tapándose con la bata. Me senté en una silla, en la mesa junto al sofá, preparándome para hacer los deberes, pero de repente ella volvió a cruzar las piernas, dejando de nuevo a la vista ese hermoso coño que yo tanto admiraba, mientras continuaba hablando por teléfono y me miraba de forma pícara mientras jugueteaba con uno de los mechones de su pelo.

Al poco tiempo colgó el teléfono y se retiró a su dormitorio para vestirse. Yo no podía concentrarme en los trabajos para el colegio, ya que la imagen de sus hermosas piernas abiertas ante mí no desaparecía de mi mente, por lo que al ver que tardaba fui sin hacer ruido hasta la puerta de su dormitorio, que había quedado encajada, y pude verla en acción por primera vez por la pequeña abertura de esta. Estaba tumbada sobre la cama, con la bata abierta, mientras acariciaba su coño con una mano y se acariciaba sus pechos con la otra, gimiendo de placer. Al ver dicha imagen, mi pollita creció de forma rápida, como nunca antes lo había hecho, por lo que no pude más que comenzar a tocarla mientras disfrutaba de la vista. Al poco tiempo comencé a imaginar que podía verme y regresé a la mesa del salón lleno de temor, pero más caliente de lo que jamás había estado.

Al lado de aquella imagen, las revistas eróticas se habían convertido en simples comics para mí...

Continuará...