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    Violeta en el club

    Encuentro en el club

     

    Aquella noche tenía un importante encuentro de negocios. Tenía que llevar a cenar al nuevo socio internacional de la empresa y a su mujer por primera vez. Me acompañaría Eva, mi secretaria, para lo que hiciera falta. Nos habían advertido de las costumbres sexuales del matrimonio y tanto Eva como yo íbamos a la cena concienciados. Todo por la empresa. Todo por mantener mi posición.

     

    Decidí pasar por el club antes, para tomarme una copa y relajarme. Aunque el club sea un local swinger, preparan unos cócteles cojonudos y era lo que necesitaba. Llevaba varios días masturbándome hasta el extremo, sin llegar a correrme. Tenía el depósito entre las piernas completamente lleno de semen, por lo que pudiera pasar durante o después de la cena. Caliente como un mono, la escopeta cargada, mi secretaria bien instruida. Nada podía torcerse.

     

    Todo se torció cuando llegué al club. Entré, estaba oscuro como de costumbre, pero limpio y bien decorado. Me dirigí a mi sillón de siempre y allí estaba ella. Violeta. Con su marido. Habría reconocido aquellas tetas en cualquier sitio, llevaba una semana masturbándome desde que la encontré en Imagefap.

     

    Estaba sentada con su marido. Llevaba un vestido bastante ceñido y con muchas transparencias.  Era negro y aunque tenía zonas cubiertas en las partes más íntimas estaba claro que no permitía usar ropa interior.  Violeta estaba allí sin sujetador, podía ver, incluso en aquella oscuridad, las preciosas areolas, oscuras, deliciosas, de sus pechos. Directamente, imaginé que no llevaba bragas.

     

    No sé qué se me pasó por la cabeza. O sí lo sé. Quería follármela.

     

    Disculpen, ¿puedo acompañarles?

    Sí, sin problema – respondió su marido

     

    No sé si ella me reconoció o no como su mirón de Internet. Estuvimos hablando un rato, ella más retraída, pero su marido dicharachero. Yo no paraba de contemplar aquellas tetas gordas que tan caliente me ponían. Parecía que él había buscado esa situación. Y de pronto cayó el rayo.

     

    Violeta, se nos hace tarde, tenemos que marcharnos pero no podemos dejar a nuestro amigo así.  Sácale la polla y dale una mamada.

     

    Ella quedó paralizada. Mi polla empezó a crecer con la sorpresa.

     

    Venga, anímate…

     

    Yo no era capaz de respirar. Notaba mi corazón agitado. La miré a los ojos y tragué saliva. 

     

    Obedeció a su marido. Se acercó y poniéndose de rodillas me sacó la polla delante del resto de personas.  Ya la tenía bastante dura y se la llevó a la boca.  Su boca era ardiente, húmeda, tal y como yo imaginaba su coño. Empezó a comer como una auténtica profesional, era la mejor mamada que me habían dado en mucho tiempo.

     

    Mientras me la chupaba, su marido y yo seguimos hablando con normalidad. La verdad es que mi voz se entrecortaba un poco del placer que me estaba dando Violeta, devorando mi polla con deleite. El marido no perdía ojo. Llevaba una semana obsesionado con Violeta y mi deseo se había cumplido por una increíble casualidad.

     

    La situación era bastante humillante para ella, de rodillas, vestida como una diosa, pero haciendo de puta. Algo me hizo pensar que aquella sumisión que estaba teniendo con su marido le resultaba muy placentera. El ritmo de la mamada no se detenía y solo sacaba mi polla de su boca para lamer mis huevos mientras me masturbaba con fuerza.

     

    Hola, estamos viendo el espectáculo, ¿podría chupárnosla a nosotros después? Se nota que lo hace muy bien – un grupo de tíos se había acercado a nosotros y quería fiesta.

    No, lo siento, tenemos que irnos. Pero luego volveremos por la noche, seguro.

     

    Saber que tenía el monopolio de Violeta emputecida me puso a mil. Yo notaba perfectamente que a medida que la mamada y la humillación continuaban ella se excitaba. La situación la estaba poniendo muy caliente. Su marido metió las manos entre sus piernas para ver cómo iba.  En efecto, no tenía bragas. Tenía su sexo empapado y al no tener ropa interior bajaban sus fluidos por sus muslos.

     

    Terminas o ¿no? – le dijo su marido en voz alta.

     

    Intensificó los movimientos hasta que terminé corriéndome en su boca.  La cantidad de semen que expulsé fue enorme. Toda la lefa acumulada de una semana, gorda, grumosa, espesa, inacabable. Durante segundos seguí empujando su cabeza hacia mi polla, me la estaba follando, aquello ya no era una mamada, y notaba cómo seguía saliendo semen.  No tenía más remedio que tragárselo, porque se atragantaba, pero aún así se le salió por los bordes de la boca. Juraría que vi a su marido relamerse.

     

    Se levantó con la intención de dirigirse al servicio para asearse, pero su marido se levantó también y le dijo que no, que tenían prisa.

     

    Se despidieron de mí y se fueron. En ese momento, recibí un mensaje de Eva, mi secretaria. Me recogería en cinco minutos en el club. De pronto recordé que tenía una importante cena de negocios, en la que mi prestación sexual podía ser decisiva. Y acababa de vaciar todo mi semen en la boca de Violeta…

     
      Posted on : May 23, 2021
     

     
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