Evité a Lizette por los próximos días en el
colegio porque no pude enfrentarla sabiendo que no había dicho nada a Carlos. Para
el miércoles debió de darse cuenta y se acercó al final de clases, fuera de mi
sala. “¿Me estás evitando?”, me preguntó Lizette. “No”, respondí incapaz de
mirarla a los ojos. “¿Le preguntaste qué pasó?”, preguntó ella. Me limité a
negar con la cabeza, incapaz de mirarla. Me entristeció cuando se dio la vuelta
y se alejó.
Todo entre Carlos y yo parecía volver a la
normalidad. Nos tomábamos de la mano caminando alrededor del colegio y almorcé
con él y sus amigos en vez de con Lizette. Estaba preocupada por esto porque no
quería hacerle daño después de todo lo que ella había hecho para ayudarme, pero
yo no podía enfrentarme a ella y pensé que estaba enojada conmigo.
Días más tarde por la mañana me desperté más
temprano y salí de la cama un poco más rápido que de costumbre y tomé una ducha
más corta. Me vestí y en realidad solo tomó poco tiempo peinarme y maquillarme.
Mi madre notó lo bien que me sentía porque ella sonrió cuando me vio. “Te ves
hermosa, Dani”, dijo mientras desayunábamos.
Me apresuré a desayunar y salí más temprano al
colegio ese día. Mientras caminaba hacia mi sala me sentía mucho menos como si
tuviera la palabra “perra” tatuada en mi frente. Me encontré con Lizette, ella
me dio un abrazo y me saludó dulcemente. “¿Cómo te sientes esta mañana?”,
preguntó. Yo asentí y le contesté, “Muy bien, gracias”. Al poco de encontrarme
con ella, Carlos nos encontró, nos saludó y me dijo que quería hablar conmigo
antes de clase. Miré a Lizette sabiendo que ella no lo aprobaría, pero él era
mi pololo, así que no había nada de raro en que lo acompañara. Miré hacia atrás
sabiendo que la decepcionaría. Él me sonrió, me agarró la mano y nos fuimos
juntos.
Esta vez nos llevó a una sala vacía y fuimos
al frente del salón, lejos de cualquier ventana. Me empujó contra una pared y
luego se deslizó por mi cuerpo hasta que se puso en cuclillas delante de mí. Puso
sus manos debajo de mi falda y tiró de mi ropa interior.
“No deberíamos hacer esto ahora”, dije cuando
lo sentí levantar uno de mis tobillos del piso. Tan pronto como lo sostenía, se
paró frente a mí y me puso un solo dedo sobre los labios para silenciarme. “Está
bien, amor, solo necesito esto”, dijo y sacó su pene de sus pantalones.
Lo miré mientras él levantaba mi rodilla
derecha y luego sentí su pene empujar hacia mi sexo. Cuando empezó a empujar
dentro de mí, me empujó firmemente contra la pared. Él continuó moviéndose duro
y rápido dentro de mí. Eso en realidad me hizo sentir muy poco placer.
Nuevamente volví a recordar la noche en que celebramos mi cumpleaños. Sin darme
cuenta mi mano derecha busco mi clítoris y empezó a frotarlo. Esto me hizo
sentir un estímulo mucho mayor al que sentía gracias a la penetración de mi
pololo, pero aun así no era suficiente. Traté de mantener la compostura, pero
no podía, aunque no parecía hacer ninguna diferencia, ya que lo sentía moverse
dentro de mí más. Dejé escapar un fuerte gemido cuando lo sentí extender la
mano y levantar la otra rodilla usando su peso para sujetarme contra la pared. Ya
no estaba tocando el suelo con mis pies, sino que estaba siendo sostenida sólo
por su pene, su cuerpo presionado contra mí y mi brazo izquierdo alrededor de
su cuello para aferrarme. Cerré los ojos para concentrarme mejor en mi recuerdo,
pero no duró mucho antes de que lo sintiera disparar su semen dentro de mí. Después
de sus últimos espasmos al eyacular dentro de mí, empujó fuerte contra mí y
sonrió.
“Shhh, está bien amor... me encanta estar
dentro de ti”, dijo y me sostuvo allí contra la pared un poco más de tiempo
antes de dejar finalmente mis rodillas hacia abajo. Finalmente soltó la presión
y retrocedió, pero en lugar de alejarse completamente, él llevó su mano a mi
sexo y comenzó a frotarme. Siguió frotándome allí expandiendo la humedad
alrededor de mi sexo, pero no sentía ningún placer en absoluto.
“Amor, solo necesitas relajarte y dejar de
tener todos esos pensamientos negativos. Piensa cuánto te amo, qué especial
eres para mí”, dijo mientras seguía frotándome allí tratando de hacerme sentir
bien.
“La gente se esconde del sexo. Es parte
natural de ser una persona. Todo el mundo lo hace. La mayoría de la gente
necesita hacerlo más. Serían más felices y no tan reprimidos si se soltaran. Te
estoy ayudando, Dani. Ahora eres más feliz. Más personas te conocen a ti que a
tu hermana. Ya no eres la hermana menor de Nicole. Ella es la hermana mayor de
Daniela”, habiendo dicho esto dejó de frotar mi sexo.
“Deberías pedirme que busque más hombres para
ti. Tal vez todo mi curso, quizás toda la media. Podríamos hacer que hagan fila
para metértelo", dijo y se rio. “Las personas hacen del sexo un gran
problema, pero no tiene que ser así Dani, es una parte natural de la vida, tan
natural como respirar, como comer y dormir. La gente necesita el sexo. Los que
no lo hacen son miserables e infelices, como tu amiga Lizette”, dijo.
“Ella tiene a alguien, no hables así de ella”
dije defensivamente. Él sonrió y me miró a los ojos. “Ok amor, siempre y cuando
estemos bien”, dijo y agregó, “Eso es todo lo que realmente me importa”. Luego
se inclinó para recoger mi ropa interior y la sostuvo para que yo me vistiese.
“¿Te dije lo bien que te ves con el uniforme?”,
preguntó. Me limité a negar con la cabeza. “Te ves muy bien”, continuó. Luego
me besó en los labios y agarró mi mano tirándome hasta mi sala de clase. Me
acompañó a mi sala y cuando llegamos allí me volvió a mirar a los ojos. Luego
me tocó la nariz con el dedo y lo pasó por encima de mis labios. Lo empujó
entre mis labios y lo dejé empujar entre ellos saboreando ligeramente el sabor
de mi sexo. No me di cuenta hasta que lo probé que debía haber sido el dedo con
el que me había frotado. Él guiñó un ojo, se dio la vuelta y se fue.
Una vez más mi mente estaba llena de
pensamientos y no escuché casi nada de lo que dijo el profesor en clase. Al
final de la clase sabía que tenía que empezar a enfocarme o bajaría mis notas. Tan
pronto me hice a la idea de reforzar mi estudio, el profesor comenzó a entregar
una prueba para que la desarrolláramos. No tenía idea de que se suponía que
teníamos una prueba ese día y no había estudiado para ella. Una vez que el
profesor había entregado todas las pruebas nos dijo que podíamos empezar. Comencé
a leer las preguntas y supe que estaba en un gran problema. Quería saltar y
rogar para no tener que rendir la prueba. Luché para no llorar mientras trataba
de averiguar las respuestas, pero incluso en la parte de opción múltiple de la
prueba ni una de las opciones parecía ser la respuesta correcta. Era obvio que
iba a tener una mala nota en esta prueba.
Esperé a que el primer compañero entregara su
prueba, luego hice lo mismo y pregunté al profesor si podía ir al baño. Me dio
permiso y me apresuré a ir al baño de mujeres. Corrí a una caseta, me sentí
como una mierda y tiré la palanca del inodoro, luego me bajé la ropa interior y
me senté en el inodoro. Lloré un poco más, luego me obligué a detenerme,
lavarme la cara y regresar a clase justo antes de que sonara el timbre.
En la clase siguiente no tuve mejor suerte ya
que la profesora pidió la tarea de la semana anterior. Tarea que no había hecho
o siquiera recordaba haberla tenido. Se tardó una eternidad, pero finalmente el
timbre sonó misericordiosamente y me sentí aliviada cuando vi que Lizette me
esperaba afuera. Le di un abrazo rápido y pude ver por la expresión en su
rostro que estaba molesta. Me había preparado a mí misma para que me criticara
por irme con Carlos esta mañana, pero ella no dijo nada de eso.
La mañana siguiente, el jueves, Carlos había
mencionado que tenía preparado algo especial. Esperaba que fuera algo que me
gustara, no algo que él quisiera que yo hiciera que en realidad no quisiera
hacer. Las palabras de Lizette pasaron por mi mente y la imaginé diciéndome, “Tienes
que terminar esa relación”. Me preparé para el colegio, lista para enfrentarme
a otro día.
Carlos se reunió conmigo tan pronto como entré
por la puerta del colegio y tenía una pregunta, “¿Puedes salir conmigo esta
tarde?”. Asentí con la cabeza haciéndole saber que tenía algo de tiempo libre
en la tarde. Me sentía mal y nerviosa de pensar en qué tendría que decirle a mi
madre como mentira, haciéndole creer que iba a estudiar con una compañera, pero
sentía que esto era importante para mi relación con mi pololo. Él sonrió cuando
asentí con la cabeza mostrándome que estaba feliz, “¿Nos vemos después?",
preguntó. De nuevo asentí.
Presté poca atención a las clases esa mañana. Lizette
me estaba esperando para almorzar y le dije que quería hablar con ella en el
almuerzo, así que calentamos nuestra comida y nos sentamos a comer. Antes de
que yo pudiera decir una palabra, ella comenzó, “Hoy me juntaré con unas
amigas, ¿quieres ir?”.
Miré hacia abajo sabiendo que ella estaría
decepcionada. “Me juntaré con Carlos esta tarde”, dije suavemente. Ella exhaló
mirándome a los ojos. “Dani, no es una buena idea”, dijo. “Sé que piensas así,
pero es mi pololo", le respondí. Ella frunció el ceño, pero luego trató de
sonreír. Puso su mano sobre la mía y dijo, "No voy a discutir contigo por
esto porque ya sabes lo que pienso”. Agradecí eso y luego dudé antes de decir
lo que quería decirle. “Le diré a mi hermana que le avise a mi mamá que iré a
estudiar contigo ¿Puedes ayudarme con eso?”, le pregunté. Ella dejó escapar un
suspiro pesado y supe que no quería. “Haré lo que pueda, pero si haces algo
estúpido...”, dijo ella dejando ese pensamiento colgado. “No te preocupes”, le
dije, sin estar segura de a quién estaba tratando de convencer, a mí o a ella. Mientras
seguíamos comiendo nuestro almuerzo decidí cambiar el tema. “¿Está todo bien
entre tú y Miguel? Ella se echó a reír y miró hacia abajo y luego me miró
fijamente a los ojos, “Terminamos”. Sacudí la cabeza, “¿Por qué?”, pregunté. Me
quedé muy sorprendida al ver que Lizette se veía incómoda y se ruborizaba, pero
ella se quedó quieta sin contestar mi pregunta, así que le pregunté de nuevo, “¿Por
qué?” Ella miró sus manos y estaba raspando su esmalte de uñas. Se quedó así
por un tiempo. Ella entonces me miró y dijo, “No importa”. Con eso ella no me dejó
continuar ya que se levantó. Me levanté para seguirla, pero no conseguí mi
respuesta.
El resto de la tarde pasó lentamente mientras
me estaba poniendo más aprensiva sobre lo que Carlos había planeado. Me las
arreglé para prestar cierta atención a mis clases. Yo estaba llegando a la
conclusión de que, si no hacía algo sobre mis estudios, para fin de año sería
expulsada del colegio, así que sabía que necesitaba tratar de encontrar una
manera de enfocarme. Además, rondaba en mi mente el recuerdo de haber visto a
mi mamá salir de la casa de un vecino de forma sospechosa.
Esperé donde Carlos me dijo que lo hiciera y
nos encontramos poco después de sonar el timbre. Él parecía muy emocionado, me
agarró de la mano y me dirigió rápidamente a su auto. Nos alejamos del colegio
y finalmente decidí preguntar, “¿A dónde vamos?”. Me miró y sólo sonrió y dijo,
“Es una sorpresa, pero estoy seguro de que te va a gustar”. Me sorprendió
cuanto condujo así que de aburrida decidí hacer conversación, “¿Sabes por qué
Lizette y Miguel terminaron?”. Él me miró de nuevo, pero esta vez me
sorprendió, sonrió y contestó, “No”. “¿Tu amigo no te dijo nada?”, le pregunté.
Esta vez se rio entre dientes. “Dijo que ella no quería tener sexo con él”,
dijo.
“¿Por qué no iba a querer tener sexo?”, dijo
entre risas. Me encogí de hombros sin saber de qué estaba hablando. “Piénsalo...
¿Por qué una mujer no querría tener sexo con su pololo?”, preguntó. “No lo sé,
solo dime”, dije comenzando a perder la paciencia. Él se rio solo, sacudiendo la
cabeza. No pude entenderlo, pero no tenía ni idea de que hablaba. Soltó un
largo suspiro... luego dijo, “Es lesbiana”, y giró su cabeza para mirarme por
un momento. Entonces lo dijo de nuevo esta vez un poco más fuerte, “LESBIANA”. Lo
miré sorprendida, entonces dije, “No lo creo”. Cuando lo hice, él simplemente
negó con la cabeza en incredulidad. “Tu amiga juega para el otro equipo”. “¿Ahh?”,
dije ya que nunca había oído ese dicho antes y él sólo sacudió su cabeza en la
incredulidad. Antes de que la conversación continuara, dijo, “Llegamos”, y
frenó el auto dando un giro brusco junto a un camino de grava.
Los neumáticos chisporrotearon en la grava y
pasamos junto a varias cabañas, deteniéndonos frente a una que tenía el número
3. Él condujo su auto hasta el estacionamiento y saltó hacia fuera del
vehículo, apresurándose a mi lado del auto para abrir la puerta para mí. Me
tomó de la mano y me acompañó hasta la cabaña mientras yo sentía que mi corazón
latía con temor de que pudiera estar preparándome para tener relaciones
sexuales con algún otro tipo o tipos y estaba muy nerviosa. Sacó la llave de su
bolsillo, abrió la puerta de la cabaña y entramos.
Dentro había una botella de champaña en un balde
con hielo. Carlos nos sirvió una copa a cada uno y bebimos, pero me aseguré de beber
poco. Luego nos sentamos junto a la mesa donde se encontraba la champaña y
comenzó a besarme. Hicimos un poco de tiempo y empecé a calmar mis nervios, ya
que hasta ese momento éramos sólo él y yo, y el ambiente comenzaba a sentirse
romántico.
Me acompañó lentamente hacia la cama y justo
antes de llegar allí comenzó a desvestirme. Cuando miré alrededor de la cama
noté que había espejos en las paredes e incluso el techo sobre la cama. Me hizo
sentir muy consciente de mí, como mi ropa estaba siendo retirada y pude ver mi
propio reflejo alrededor de la habitación.
“Eres tan hermosa Dani, me encanta mirarte”,
dijo y traté de seguir relajándome y dejar que terminara de quitarme la ropa. Pronto
estaba completamente desnuda, él tiró de la cubierta de la cama y me recosté de
espaldas en la cama. Allí estaba mi reflejo en el techo mirando hacia abajo. Se
sentía tan extraño. Me besó más y luego me besó en la mejilla, el mentón y la
nariz. Luego lentamente besó mi cuello dando lentos besos suaves por todos
lados. Sus besos continuaron moviéndose por la parte superior del cuerpo, por
mi pecho. A los pocos segundos de que sus labios encontraron mi pecho, se
movieron hacia mi pezón y lo sentí hincharse al ser besado mientras se ponía
duro. Él chupó y lamió mi pezón y traté de dejar que se sintiera bien, pero
todavía estaba tan nerviosa sobre lo que la gran sorpresa podría ser. Luego
cambió a mi otro pezón para chupar y comencé a relajarme pensando que sólo tal
vez había planeado esa tarde romántica.
Me sorprendió cuando dejó de chupar mi pezón e
inició conversación. “Dani, ya hablamos de que la gente hace mucho escándalo
sobre el sexo”, comenzó. “Sí”, respondí. “Realmente creo eso y espero que estés
de acuerdo”, dijo. Asentí con la cabeza, aunque no estaba segura de hacia dónde
iba. “Siempre he tenido una fantasía que no he tenido la oportunidad de cumplir
y espero que podamos demostrar nuestro amor y disfrutar de esa fantasía juntos”,
dijo mirándome a los ojos. “¿Cuál es la fantasía?”, le pregunté con miedo de la
respuesta a mi propia pregunta. Me sonrió contento de haber preguntado y luego
dijo, “Siempre he querido estar con dos mujeres al mismo tiempo”.
Lo miré y luego no pude evitar mirar por la
habitación, pero estábamos solos. Me vio mirar a mi alrededor, me sonrió y se
levantó recogiendo mi ropa. Luego caminó hacia la pared donde había una puerta
que no había visto antes, la golpeó tres veces y luego la puerta se abrió.
Allí, desnuda estaba la ex polola de Carlos,
Sara, con la que terminó la relación para estar conmigo. Carlos la agarró de la
mano y caminaron hacia mí. Me senté allí aturdida mirando a ambos mientras se
acercaban a la cama. Encaminó a Sara hacia el lado opuesto de la cama donde yo
estaba sentada. “Hola Dani”, me dijo sonriendo.
Carlos se inclinó para besarme, pero me retiré
insegura y me quedé helada cuando ella me alcanzó por detrás y me frotó los
hombros. “Relájate y esto va a ser muy divertido”, dijo suavemente. Sentí a
Sara mover mi pelo lejos de mi cara y no podía creer que ella estuviese de
acuerdo con esto. Pensé en levantarme, tratar de irme y miré el suelo para
encontrar mi ropa, pero ésta ya estaba en la otra habitación donde Sara había
llegado. Ella ya era una mujer. Sara era alta y delgada, su pecho ya se había
desarrollado y sus caderas eran muy pronunciadas, destacando su figura y su
culo. Todo en ella me pareció atractivo y sentí que contrastaba conmigo, desde
su largo cabello castaño hasta su vestimenta.
De nuevo Carlos se inclinó para besarme y esta
vez me puso la mano detrás de la cabeza y básicamente me obligó a besarlo. Mientras
lo hacía, sentí que se frotaban mis hombros y espalda y me sentía tan nerviosa
como antes. Me besó un poco y luego suavizó sus besos e intentó hacerlos
románticos. Cuando terminó el beso, me giró la cara hacia Sara y me quedé aún
más helada mientras ella me besaba en los labios y metió su lengua dentro de mi
boca.
Es extraño cómo funciona la mente y mi mente
volvió al auto más temprano esa tarde y escuché la voz de Carlos en mi mente
diciendo, “Lesbiana”, y eso me hizo pensar en Lizette. Sin embargo, ahí estaba
besando a otra mujer, pero no a cualquiera, sino que Sara, la ex de mi pololo. Lo
siguiente que sentí fue Carlos que me recostaba lentamente mientras Sara seguía
besándome y su beso siguió mientras yo yacía sobre mi espalda. Vi a Carlos tirar
del brazo de Sara y ella se puso sobre a mí entre mis piernas abiertas. Sentí
sus manos mover el pelo que entonces cubría mi cara mientras continuaba
besándome apasionadamente. No me sentía parte de la escena, pero aún no tenía
el valor para tratar de levantarme y no estaba segura de que incluso podría si
lo decidiera. Mientras nos besábamos sentí las manos de Carlos frotando
nuestros cuerpos y él se puso de pie al lado de la cama.
Él puso sus manos sobre mis rodillas, separó
mis piernas y me sentí como esa palabra horrible que había estado pensando en
repetidas ocasiones, me sentí como una puta. Sara me besó más, entonces sentí a
mi pololo empujar su pene en mi sexo. Me sentía tan extraña de estar besando a
Sara, su boca era mucho más suave que la de Carlos, pero era alguien a quien no
tenía ganas de besar. Su suave cuerpo superior tendido sobre el mío era mucho
menos pesado que cuando sentía a Carlos sobre mí. Ella era más alta que yo, más
delgada y sus pechos eran más grandes que los míos, al igual que sus caderas eran
más anchas. Mientras nos besábamos su pelo castaño me tapaba la cara y yo me
sentí tan extraña al sentir un pene empujar dentro de mí que casi se sentía
como si fuera ella haciendo eso. Sara continuó besándome y me sorprendió que
ella pareciera tan calmada. Entonces me sorprendí cuando sentí que Carlos se
retiraba de mí y yo no estaba segura de por qué ya que él no había eyaculado
todavía. Pero dentro de unos momentos tuve mi respuesta mientras sentía el
cuerpo de Sara moverse sobre mi cuerpo. De repente su cuerpo se movía hacia mi
cabeza y luego hacia abajo y no era debido a su propio movimiento, sino que a
causa de que mi pololo había metido su pene en ella y había empezado a
embestirla. Allí estaba él, de pie en el borde de la cama entre ambos pares de
piernas empujando dentro y fuera. No estaba segura de qué pensar acerca de esto
y quería protestar. Pensé que tenía una oportunidad cuando Sara dejó de besarme,
pero tan pronto recobré la respiración, sentí que empujaba su pecho a mi boca. Me
sorprendió que lo hiciera, pero había una gran teta en mi cara. Sus pezones
eran como los míos, pero su areola era mucho más grande. Sus pezones estaban
muy duros y los empujaba contra mis labios tratando de encontrar el estímulo
que le podría dar mi lengua. ¿Qué más podía hacer a continuación?
Si lo parara... si lo detuviese en
ese momento... ¿a quién querría Carlos como polola? Esto se sentía como otro
sueño, pero era real y tenía el pezón de otra mujer en mi boca. Me avergoncé de
mí misma, pero lentamente le chupé el pezón y cedí a la voluntad de Carlos
participando con él en su trío. Oí a Sara gemir y chupé su pezón suavemente y
me sentí mucho más depravada que antes. Debo de admitir que sentí celos
mientras sentía su cuerpo moverse sobre el mío sabiendo que el pene de mi
pololo estaba dentro de ella.
Volvió a mí la sorpresa cuando sentí
que algo tocaba mi sexo y luego lo sentí empujar de nuevo dentro de mí. En ese
momento él estaba penetrando dentro de mí después de haber estado dentro de su
ex. Me sentía aún más confundida sobre qué pensar de tener dentro de mí un pene
que segundos antes estuvo dentro de otra mujer. De nuevo la boca de ella
regresó a la mía y me besó profundamente. Luego besó mi mentón sobre mi pecho y
hacia abajo en mi pecho lamiendo mi pezón izquierdo. No podía creer que
estuviera haciendo esto y pensé en que aún podría darle término a eso, pero no
quería hacer que él la eligiera por encima de mí así que me mantuve ahí.
Una vez más lo sentí salir de mi
cuerpo y luego sentí el cuerpo sobre mi moverse haciéndome saber de nuevo que
él había metido su pene dentro de ella. Ella perdió su enfoque en mi pecho y
levantó su cabeza hacia arriba gimiendo fuerte. Fue tan raro oír a otra mujer
gemir cuando mi pololo tenía sexo con ella y yo no sabía cómo reaccionar. Sentí
que ella se deslizaba arriba y abajo encima mío a causa de que él estaba
empujando una y otra vez. Entonces lo oí gemir muy fuerte e imaginé que ya
había eyaculado. Tenía que haber estado en lo cierto al sentir que él la
empujaba con fuerza hacia mí, empujándola hacia mi pelvis más fuerte como le gustaba
hacer cuando terminaba el sexo.
Se mantuvo así durante un tiempo y
yo estaba bastante segura de que tenía razón y luego sentí que él se retiraba
de ella, la giraba sobre su espalda junto a mí y se metió en la cama entre
nosotras. Se echó sobre su espalda y soltó una exhalación fuerte y luego dijo
una palabra, “Impresionante”. Apenas podía creer que estábamos en esta cabaña
mi pololo, su ex y yo acostados juntos en esta cama. Miré hacia arriba en el
espejo y me sentí tan extraña imaginándome viendo lo que acababa de hacer. Una
vez más me sentí como alguien completamente diferente viendo a otras tres
personas haciendo esto y me quedé mirando a nuestro reflejo. Luego él puso un
brazo alrededor de cada una de nosotras, nos abrazó acercándonos a él y sonrió.
Después de descansar un rato me
acercó más y me besó en la frente, “Amor, sabes que te quiero, ¿cierto?”, me
preguntó. Asentí. “¿Por qué no me chupai el pico?”, dijo. Lo miré pensativa,
dándome cuenta de que nunca me había hablado de esa forma y de que acababa de
estar dentro de nosotras dos y que él acababa de eyacular. No quise mostrar
debilidad o duda ante Sara, así que asentí y me deslicé lentamente por su
cuerpo hasta que mi cabeza estaba junto a su pene. Lo miré y parecía pegajoso,
así que cerré los ojos y luego me deslicé más bajo teniéndolo entre mis labios.
Traté de ignorar la sensación y el sabor, aunque no fue tan repulsivo como
pensé que podría ser. Su pene todavía estaba flácido por haber eyaculado. Hice
lo que pensé que él quería, pero esta vez era distinto. Sentí sus manos en mi
cabeza, pero sólo estaba acariciándome el pelo. Esta vez me estaba dando
libertad total para darle placer, a diferencia de todas las veces anteriores en
que solamente debía de abrir la boca y dejar que él hiciese todo el trabajo,
esta vez él me daba total control de la situación, pero yo no sabía que hacer. Subí
y bajé mi cabeza, pero me distraje cuando escuché a Carlos susurrar a Sara, pero
no pude oír lo que susurró.
Saqué su pene y vi cómo ella se
acercaba. “Deja que ella te enseñe como se hace”, dijo mi pololo. No puedo
explicar lo surrealista que fue ver a otra mujer poner el pene de mi pololo en
su boca por primera vez mientras ambas estábamos desnudas. Se sentía realmente
extraño, pero yo vi eso por primera vez con una mezcla envidia y vergüenza. Nunca
me había imaginado qué sería ver a otra mujer chupar un pene. Su cabeza subía y
bajaba en lo que me pareció ser lo mismo que yo había intentado antes, pero por
supuesto que el resultado en mi pololo era muy distinto. En todo momento ella
lo miró a los ojos mientras se movía su cabeza, a ratos se detenía y yo veía
como sus mejillas se deformaban debido al movimiento de su lengua dentro de su
boca. En cosa de segundos vi que se estaba poniendo duro de nuevo, entonces dio
una palmadita en la cabeza de Sara y dio una orden, “Comparte”. Ella se quitó
el pene de la boca y me sentí avergonzada, pero no tenían que decirme qué hacer
y puso el pene de mi pololo al alcance de mi boca. Acerqué mi cabeza, lo puse
en mi boca y traté de imitar a Sara y en poco tiempo él soltó un gemido de
placer. Chupé su pene mientras hacía mi mejor esfuerzo para que se sintiera
bien y sentí su pene ponerse completamente duro en mi boca mientras yo daba mi
mejor esfuerzo para replicar el movimiento de lengua que hizo Sara.
Se sentía como si estuviera en una
competencia con su ex y me sentí estúpida por ello, pero no estaba lista para rendirme.
“¿Cómo me metí en eso?”, pensé. Lo chupaba, lamía y traté de recordar cada
conversación que había tenido hasta ese momento tratando de recordar lo que les
gusta a los hombres. Giré mi lengua alrededor de la cabeza de su pene y luego
lo empujé tan profundo en mi boca como pude hasta que me hizo sentir arcadas. Utilicé
mis dedos para ayudarme masturbándolo. Pero volvió a dar golpecitos en mi
cabeza y dijo la palabra, “Comparte”.
Me aparté a regañadientes y me vi
frustrada cuando Sara tomó el pene de Carlos en su boca. Esta vez presté más
atención a lo que ella estaba haciendo. Miraba tratando de aprender todo lo que
ella hacía, viéndola usar su mano para masturbarlo también. No quería que
eyaculara en su boca. Qué extraño se sentía querer de forma tan desesperada que
hiciera eso en mi boca, algo que en realidad nunca quise antes. Pero no pude
evitarlo, sentí celos. Celosa de que mi pololo tenía su pene en la boca de su
ex. Esperé y esperé y miré con la esperanza de que ella no lo llevase al clímax.
Contuve mi respiración mirando y esperando a que diera golpecitos en la cabeza
de ella para marcar el cambio.
Se cumplió mi deseo, el golpeó su
cabeza y dijo la palabra, “Comparte”. Ella movió su cabeza unas cuantas veces
más, luego se alejó y yo estaba decidida a no volver a darle la oportunidad. Metí
su pene en mi boca tan profundo como pude. Tomé sus testículos, los froté y
jugueteé con ellos suavemente. Yo chupaba tan fuerte como podía, girando mi
lengua de nuevo alrededor de su cabeza, usando mi saliva dentro de mi boca para
lubricar el acto. Pensé en una cosa final, pero no quise fallar y moví mi mano
debajo de sus testículos, detrás de ellos y mis dedos encontraron su no. Sentí
alrededor para encontrar la entrada a su trasero y luego empujé mi cabeza hacia
abajo lo más profundo que pude y empujé mi dedo en su ano. Lo oí gemir fuerte,
arquear su espalda y luego lo sentí chorrear por mi garganta. Seguí concentrada
en mi boca, en él y en tragar su semen. Lo sentí temblando y no me detuve hasta
que dejó de moverse. Entonces finalmente saqué su pene de mi boca. Miré a Sara
con una expresión de triunfo. Entonces miré a Carlos y reí cuando lo oí
comenzar a roncar. Me dejé caer en la cama a un lado y Sara se acostó al otro
lado. Todos descansamos un rato. Después de un rato se despertó, me miró y
dijo, “Es tarde, mejor te llevo a tu casa”. Asentí y él se arrastró sobre mí y
se levantó de la cama. Abrió la puerta de donde estaba mi ropa y nos vestimos. Luego
me miró y me preguntó, “¿Está bien si Sara te lleva a tu casa? Necesito limpiar
aquí”. Tartamudeé y lo miré insegura ya que realmente no quería eso, pero ¿qué
podía decir? Estuve de acuerdo y después de que estuviéramos vestidos salí al
auto de ella.
En el viaje a casa ninguna de
nosotras dijo mucho, entonces ella me dejó en frente de mi casa. Por un momento
la sentí a ella más como la mujer de Carlos y yo como su mascota, su juguete
sexual o un agujero que llenar cada vez que tuviese la gana. Agradecí el viaje,
caminé dentro de casa rápidamente y logré evitar hablar con mi madre sólo
gritando, “Estoy en casa”. Me tomó un tiempo llamar a Lizette cuando llegué a
mi pieza, solo quería hacerle saber que estaba en casa, después de salir con
Carlos. Ella me preguntó si estaba bien y le respondí con una palabra, ya que
no quería entrar en detalles, “Sí”.
Me quedé allí con mis pensamientos,
mi vergüenza, mi culpa y no estaba segura de lo que pensaba de mí misma por lo
que acababa de hacer. Sólo sabía que la relación con Carlos no era ni normal ni
sana. Pensé en Lizette y en lo que Carlos había dicho, ‘Lesbiana’. Pero, ¿quién
era yo para juzgarla, cuestionarla o pensar mal de ella? Tenía mis propios
asuntos con los que lidiar. Me acosté en mi cama mirando hacia mi techo, imaginando
un espejo donde podía mirarme fijamente. ¿Quién era yo, en qué me había
convertido, era más feliz ahora que antes? Entonces el mundo era un lugar mucho
más sencillo. Pero no podía regresar, sólo podía mirar hacia adelante y quién
sabía lo que me deparaba el mañana.
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