Los siguientes días Carlos tuvo que trabajar
un montón de horas y también tuvo que ir con sus padres a casa de su abuela,
así que no lo vi demasiado. Pero sólo me aburrí un día porque en dos días
recibí una llamada telefónica, era Lizette. Me invitó a ir al mall con ella y
yo felizmente acepté.
En el mall lo pasamos muy
bien, nos reímos y compramos muchas cosas. Ella me presentaba a sus amigos a
medida que nos los topábamos en el lugar. Otra cosa que destacaba en Lizette
era su gusto en la ropa y me sorprendió cómo ella lo demostraba al escoger ropa
para mí. Nos lo pasamos de maravilla y sólo me hubiera gustado tener más dinero
para gastar, ya que realmente me hubiera gustado que me ayudase a renovar el
closet. Me entristecí un poco cuando el día terminó, pero estaba muy contenta
con el maravilloso tiempo que pasamos. También me sentí aliviada porque nada
sexual ocurrió y me sentí aliviada de tener unos días de descanso de eso,
después del dolor que me provocó mi primera vez. Pensé que el día había
acabado, pero estaba emocionada cuando a las nueve la noche recibí otra llamada
de Lizette. Ella quería invitarme a ir al spa y peluquería con ella en dos días
el viernes y cuando le dije que realmente no tenía el dinero, a lo que ella me
dijo que no me preocupara porque sería su regalo. Estaba un poco insegura sobre
eso, pero no pude resistir la oferta y acepté felizmente.
A la mañana siguiente me desperté y tan pronto
como abrí los ojos, no pude hacer más que sonreír. No podía dejar de
reflexionar sobre lo mucho que mi vida estaba cambiando. No sólo tenía pololo,
sino que también tenía una amiga mayor muy distinta de las que había tenido
hasta ese entonces. Me sentí un poco avergonzada porque en realidad no había
estado hablando con mis antiguas amigas, aquellas con las que antes salía en
bicicleta y jugar con barbies, pero ya habían empezado a parecerme infantiles y
muy distintas a mí.
Yo estaba muy emocionada cuando el teléfono
sonó esa mañana y mi mamá gritó para avisarme que era Carlos quien me llamaba.
Él me invitó a ir con él y algunos amigos al cine y yo felizmente acepté. Esa
tarde él, Miguel y Lizette pasaron por mí y nos fuimos al cine. En medio de la
película Carlos tomó mi mano y me llevó fuera de la sala de cine, hacia el
baño. Me resistí un poco al notar donde íbamos, pero igual entramos. Me llevó a
la caseta para gente discapacitada, cerró la puerta detrás de nosotros e
inmediatamente comenzó a tirar de mi ropa. En unos segundos me encontré
completamente desnuda otra vez. Gemí y lo miré frustrada, pero él puso su dedo
en mis labios y luego me sorprendí cuando me empujó contra la pared. Su mano
fue a sus pantalones, desabotonándolos y desabrochándolos. Luego estaba dentro
de mí en cuestión de segundos y su rostro parecía muy intenso. Era extraño
hacer esto de pie, pero se sentía muy sexual también. Levantó mi pierna por mi
rodilla y el movimiento de sus caderas empujó mi culo contra la pared. Entonces
estaba más sorprendida cuando empezó a levantar mi otra pierna. Resistí, pero
en poco tiempo no estaba tocando el piso, ahora las únicas cosas que me
sujetaban eran sus caderas, mis brazos alrededor de su cuello y mi cuerpo
pegado contra la pared. Se estaba poniendo más agresivo conmigo contra la pared
y me estaba poniendo un poco nerviosa, así que me sentí aliviada cuando empezó
a eyacular dentro de mí. Me clavó allí firmemente y me sostuvo así durante unos
segundos más antes de soltarme de la pared dejándome bajar mis piernas. Me
susurró al oído, “No puedo tener suficiente de ti”. Entonces empezó a besarme,
cuando oí que la puerta del baño se abría y se cerraba y los pasos se acercaban.
“¿Carlos?”, oí la voz de Miguel preguntar, a lo que Carlos se giró y abrió la
puerta de la caseta. “Sí, aquí estamos”, respondió Carlos. Miguel entró a la
caseta con nosotros y Carlos cerró la puerta detrás de él. Estaba tan
avergonzada porque el amigo de Carlos me vio con él en el baño de los hombres
en una caseta completamente desnuda. Estaba aún más sorprendida por lo que
escuché a continuación. “Hazlo con ella”, dijo mi pololo a su amigo y yo lo
miré aturdida. Miguel me agarró del brazo y giró de manera que ahora estaba
mirando a la pared, dándole la espalda. “Nooo”, me quejé cuando sentí las manos
de Miguel agarrar mis caderas. “Está bien, amor, Lizette no lo hace con él,
solo deja que lo haga contigo”, dijo y con eso sentí que Miguel empujaba contra
mí, pero no donde pensaba, mi culo, sino a mi sexo y antes de que pudiera
protestar, él estaba empujando dentro mi vagina
Me sentía tan usada y sucia y no había
planeado hacer esto con nadie más que Carlos. Me sorprendió tan desprevenida y
me quedé atónita al tener a Miguel dentro de mi sexo. Iba lenta y
deliberadamente tomando su tiempo, usando mi cuerpo y me sentía menos que una persona
y más como un objeto. Empecé a llorar y cuando me escuchó, Carlos se acercó a
mí y empezó a acariciarme el pelo, haciéndome callar. “Está bien, amor,
aprenderás a amar esto pronto”, dijo mientras su amigo continuaba dentro de mí.
“Está muy apretada”, dijo Miguel mientras seguía moviendo su pene dentro y
fuera de mi sexo. Me sentí como si estuviera en una mala película de terror
cuando me fijé en el entorno y lo sucio que era, sentí el suelo bajo mis pies,
lo húmedo y sucio se sentía. Allí de pie a mi lado estaba mi pololo
acariciándome el pelo mientras su amigo estaba teniendo sexo conmigo. Parecía
estar bien con él. Finalmente, después de sentirme como si hubiera tardado una
eternidad, lo sentí terminar dentro de mí. Me hizo sentir sucia porque este no
era el hombre que amaba, sino sólo su amigo y él iba a dejar sus fluidos dentro
de mi cuerpo. Lloré un poco más.
Después de que Miguel se saliera de mí, Carlos
empezó a ayudarme a vestirme. “Vamos amor, volvamos o Lizette se va a preocupar”,
dijo Carlos. Detuve el llanto y me vestí y no quería nada más que salir de ese
baño. Lizette nos miró a los tres y me sentí enferma cuando Miguel le besó la mejilla
y se sentó a su lado. Me pregunté qué pensaría si supiera que él había
eyaculado dentro de mí. En su lugar, sonrió dulcemente, feliz por este beso.
Después de la película me preguntó si estaba bien y yo solo asentí. Estaba muy
tranquila en el viaje a casa y aliviada cuando Carlos me dejó en casa.
El viernes por la mañana se demoró una
eternidad en llegar. Me desperté recordando que ese día iría con Lizette para
ir al spa. Ella me recogió en unos minutos antes de las 10. Yo estaba nerviosa
y emocionada porque nunca había hecho eso antes. Cuando llegamos al lugar,
firmamos y nos dieron las llaves de los casilleros. Luego nos llevaron al
vestuario donde nos desvestimos y nos cambiamos a la bata blanca y pantuflas.
Fuimos acompañadas a una sala de terapia de masaje y supongo que a ambas nos
dieron una hora de masaje. Se sentía maravilloso y me hizo sentir tan relajada
pero también estaba feliz cuando el masaje estaba terminado y fui llevada a una
sala de espera. Lizette llegó allí sólo dos minutos después de mí. Nos llevaron
a otra habitación donde hicieron tratamientos faciales. Nos sentamos en sillas
una al lado de la otra. Se sentía tan bien como limpiaron nuestras caras, nos
pusieron máscaras y nos hicieron el tratamiento. Una vez que la máscara estaba
puesta, teníamos a alguien trabajando en uñas de manos y pies. Me sentí como
una reina. Después de terminar nuestras uñas, terminamos nuestros tratamientos
faciales y luego nos llevaron a la sala de vapor. Nos sentamos en la sala de
vapor y Lizette me preguntó sobre mi signo del zodiaco. Cuando le dije mi signo
se dio cuenta de mi cumpleaños tenía que ser ese mes y le dije que sería la
semana siguiente. También me preguntó por Carlos y cómo me estaba tratando. Le
dije todas las cosas buenas y me dio vergüenza decirle las cosas que no me
hacían sentir bien. Siguió investigando, preguntándome si me trataba bien y le
seguía diciendo que sí. Me sorprendió diciéndome que tuviera cuidado y me dijo
que yo era hermosa y que podía tener a cualquiera que yo quisiera. Me reí de
eso, pero ella me dijo que era la verdad. Le dije que tendría cuidado.
Eventualmente, sólo se puso demasiado caliente
para estar en el vapor por más tiempo, salimos y tomamos una ducha. Después de
ducharnos y poner una bata fresca y zapatillas en que nos llevaron, Lizette
incluso hizo recomendaciones para mi corte de pelo y cuando la peluquería hizo lo
que me había recomendado, me gustó mucho mi corte y estilo. Lizette no cambió
su estilo y sólo consiguió un ajuste ligero. Finalmente, nuestro día en el spa
estaba terminando y nos llevaron a la habitación de vestuario para poner
nuestra ropa. Me sorprendí cuando allí colgando en mi casillero era un vestido
nuevo y le pregunté de dónde había venido cuando lo vi colgando allí. Lizette
no respondió, así que la miré y ella tenía una linda y torpe sonrisa maliciosa
en su rostro. Luego se acercó a mí, me quitó la bata y luego tomó el vestido de
la percha y lo levantó por encima de mi cabeza tirando hacia abajo sobre mí.
Una vez que lo tenía puesto y abotonado ella retrocedió un paso y me miró y
dijo, “Hermoso, exactamente cómo me imaginaba en ti”. Me miré a mí misma como
yo lo había imaginado también. “¿En serio?”, dije sorprendida. “Sí”, dijo ella
de vuelta. “Gracias”, dije sonrojada con una sonrisa. Lizette puso sus manos en
mis brazos, me acercó y me dio un rápido beso corto en la mejilla. “Feliz
Cumpleaños adelantado, entonces”, dijo y creo que ambas nos sonrojamos y luego
se vistió y me llevó de regreso a casa.
Mi cumpleaños era el miércoles, así que no
estaba muy emocionada por eso y no quería algún tipo de fiesta de todos modos,
no si mi mamá, papá y hermana iban a ser parte de ella. Pero antes de darme
cuenta, el día llegó. No había oído mucho de Carlos durante los últimos días y
eso me dio tiempo para olvidar lo que había sucedido en el cine. El día comenzó
muy normal y nadie me deseó feliz cumpleaños. Tuve que empezar a preguntarme si
alguien lo recordaba. Incluso durante todo el almuerzo nadie que conociera
mencionó nada sobre mi cumpleaños. Después de clases hablé con Carlos para ver
lo que estaba haciendo, pero él me dijo que tenía que trabajar esa tarde, así
que fui a mi habitación y me acosté en mi cama a escuchar música. Aparentemente
debí haber dormido porque escuché a mi madre gritar por mí y eso me despertó.
Me dirigí a la sala y me sobresalté cuando oí un grupo de voces gritar, “Sorpresa”.
Allí de pie en nuestra sala estaban Carlos,
Lizette, Miguel, Nicol y mis papás. Mi mamá, por supuesto, tenía un pastel de
cumpleaños con las velas encendidas. Fui de persona a persona dando a cada uno
de ellos un abrazo. En ese momento mi mamá hizo un gesto en el pastel con velas
y fui a soplar. Pedí un deseo que por supuesto no revelé a nadie. Por supuesto,
entonces mi mamá comenzó la canción Feliz cumpleaños que todos cantaron juntos,
luego de que soplé, retiró las velas y comenzó a cortar el pastel. Me dio vergüenza
que había encontrado algunos viejos platos de papel cartón con imágenes de
payasos de un cumpleaños anterior. Ella puso un trozo de pastel y mi papá una
cucharada en cada plato y pasó uno a cada uno. Me pareció que mi hermana fue un
poco coqueta con Carlos y Miguel y Lizette parecía un poco protectora con
Miguel e hizo el gesto de sostener su mano cada vez que podía. Hice todo lo
posible para ignorar eso, no ser celosa y centrarme en divertirme con la
esperanza de no ser humillada.
Llegó el momento de
abrir los regalos. El primero fue de mi hermana, una chaqueta negra muy bonita.
Estaba un poco sorprendida de lo bonito que era su regalo y claro que quería
darle un abrazo. El regalo de Lizette me sorprendió porque era una de las
prendas que me había probado cuando fuimos de compras. Incluso mi mamá hizo un
comentario de lo agradable que parecía la combinación de vestido y chaqueta. Le
di un abrazo y le susurré al oído, “Era demasiado caro y no deberías haberlo
hecho, pero me encanta, gracias”, me devolvió el abrazo y me apretó cuando le
susurré lo que hice. El regalo de Miguel fue una Gift Card para comprar un una
de las tiendas del mall. Luego abrí el regalo de mis padres. Lo abrí y era un
buen bolso. Lo miré con los ojos bien abiertos y luego escuché a mi madre
decir, “Mira dentro”, así que lo abrí y dentro había algunas Gift Card para
gastar en el mismo lugar que el regalo de Miguel. Le di a mis papás un gran
abrazo, muy feliz. El regalo de Carlos fue el último y estaba en una pequeña
caja que me puso nerviosa. Lo abrí y de hecho era un pequeño joyero plano.
Dentro había una pulsera muy hermosa. Me sorprendió verlo y sabía que tenía que
ser caro. Entonces noté que dentro había una pequeña tarjeta y la leí, la doblé
y la metí en mi bolsillo. No compartí eso con nadie, pero esta decía, “Mi amor,
el viernes celebraremos tu cumpleaños”. Abracé a Carlos lo más fuerte que pude
y estaba tan aturdida por su regalo y casi no noté el aspecto de preocupación
en las caras de mis padres. Todos pasamos un rato más y traté de mantenerme
cerca de Carlos y Lizette para alejarlos un poco de Nicol y de mis padres. Mi
padre trató de centrarse en Carlos y le estaba haciendo muchas preguntas sobre
su regalo y lo que él y yo habíamos estado haciendo juntos. Afortunadamente Carlos
fue capaz de responder cosas sobre idas al cine, el mall y el lugar conducimos
los autos. Después de una o dos horas ya todo el mundo se había ido y mi mamá
nos avisó que iríamos como una familia a mi restaurante favorito. Me decepcionó
que no se me permitiera llevar a Carlos. Después de que ordenáramos la comida
mi padre me hizo más preguntas sobre Carlos de una manera muy seria. Me pidió
ver mi pulsera, a lo que me rehusé, pero dijo que parecía real y era demasiado
caro para una niña de mi edad. Argumenté honestamente que habíamos estado
siguiendo todas las reglas de mamá y habíamos tenido todas nuestras reuniones acompañados
de otras personas. No estaba contenta de que esto estuviera siendo tema durante
mi cumpleaños y estuve contenta cuando mamá le dijo eso a mi papá. Estuve
tranquila el resto de la noche y estaba contenta cuando nos fuimos a casa y
pude ir a mi habitación.
Me acomodé en mi cama encendiendo mi música y
sin pensar en el día. Estaba tan feliz de tener una nueva amiga y esperaba que continuáramos
a conociéndonos. Había recibido un increíble regalo de Carlos y pensaba que él
no me habría regalado algo así si no me amase realmente.
Estaba tan emocionada por la sorpresa que
Carlos me tenía preparada para el viernes. Me puse el vestido que me regaló
Lizette, ropa interior que emparejaba, medias al muslo. Me recogió justo
después del almuerzo y fuimos a la casa de Bruno. Dentro, yo estaba feliz de
ver a Miguel y Lizette, así como Bruno y otro amigo de ellos llamado José,
además del otro tipo cuyo nombre que no recordaba del tiempo que estuve ahí
antes. Su nombre era Víctor y Carlos me presentó a él y a otros dos tipos que
nunca había conocido a Andrés y Claudio. Estaba realmente contenta de que
Lizette estuviera allí porque si no hubiera estado, habría sido la única mujer ahí.
Me preguntaba por qué Carlos tenía todos estos tipos que no conocía aquí para
mi celebración de cumpleaños. Había música y me dieron una cerveza poco después
de que cruzamos puerta de entrada. Había otro pastel de cumpleaños allí con
velas y no pasó mucho tiempo antes de que Carlos los encendiera y luego me hizo
pedir un deseo y luego soplar. Bailé con Carlos y Lizette bailó con Miguel.
Estaba empezando a relajarme y divertirme cuando Carlos me sorprendió y les
dijo a todos que no había tenido mis nalgadas de cumpleaños todavía. Él
entonces me agarró y me llevó hasta el sillón. Él me puso sobre su regazo
poniendo un brazo alrededor de mi cintura y volteó el dobladillo de mi vestido
por encima de mi trasero exponiendo mi tanga y culo a todos los presentes. “Miguel,
tú lo harás primero”, Carlos gritó riendo. Yo estaba retorciéndose tratando de
liberarme, pero en cuestión de segundos sentí a Miguel de pie allí junto a mí y
solté un grito cuando sentí que su mano me golpeaba el trasero. “Uno”, gritó y
continuó, “dos, tres, cuatro”, mientras continuaba comenzó a doler más y empecé
a quejarme más. “Cinco, seis, siete, ocho”. Ahora estaba alternando las mejillas
en cada nalgada y pude sentir un ardor en mi culo que debe de haber estado
enrojeciendo. Siguió golpeándome más, “Nueve, diez, once, doce, trece y.…
catorce”. Me sentí aliviada de que había terminado, entonces oí a Carlos
llamar, “Siguiente”. “Nooo”, me quejé, pero no sirvió de nada, Carlos era
demasiado fuerte y en cuestión de segundos Lizette estaba de pie allí junto a
mí y comenzó a nalguearme. A pesar de que no golpeó tan fuerte como Miguel mi
trasero se estaba poniendo más dolorido y el ardor solo aumentaba después de
cada nalgada. “Siguiente”, dijo Carlos y Andrés se acercó a mí. Sus manos eran
enormes y él cubrió una buena porción de ambas mejillas en cada golpe. Sus
golpes se sentían peor que las nalgadas que recordaba había recibido de mi papá
cuando yo era pequeña y empecé a llorar. Escuché a Lizette decir, “Estás pegando
demasiado fuerte”, pero luego vi a Miguel llevarla a la cocina. Mi trasero
dolía tanto y mis muslos también me dolían. Una vez más Carlos llamó, “Siguiente”,
y José vino. Lo escuché escupir en su mano y él comenzó a nalguearme muy duro y
rápido. Debe haber estado golpeando tan rápido como pudo. Rápidamente completó
la cantidad de nalgadas y yo apenas podía creer lo mucho mi trasero palpitó y
dolió. Andrés el tipo que no conocí hasta ese día fue el siguiente. Sus golpes
estaban en lo más alto de mi trasero casi en la parte baja de mi espalda. Esto
me provocó dolor en un nuevo lugar y sentí mi piel calentarse dolorosamente. Al
terminar, oí abrir y cerrar la puerta principal. Creí haber visto salir a
Lizette y Miguel. Sé que vi a Miguel, pero no estaba segura de si había visto a
Lizette junto a él. Carlos gritó, “Siguiente”, y Claudio se acercó y otra vez
comenzó a azotar directamente en mis mejillas adoloridas y calientes. Claudio
también golpeó duro y lento, deliberadamente se tomó su tiempo entre cada
golpe, pero cuando golpeó todo mi cuerpo se sacudió y sentí a Carlos apretar su
agarre. Cada golpe me dejaba sin aliento y me dolía profundamente en mi trasero
y hacía palpitar mis labios. Una vez más Carlos llamó, “Siguiente”, y Bruno se
movió a mi lado. Me sentí muy molesta cuando sentí que Carlos se agachaba y
empujaba mi tanga hacia abajo de mi trasero y grité, “¡NOOO!”. Pero entonces yo
estaba aún más sorprendida y molesta cuando sentí Bruno golpear mi trasero con
fuerza con un cinturón. Me dolía como nada de lo que alguna vez sentí antes,
peleé y forcejeé y casi me escapé de Carlos, entonces dijo, “Ayúdame a
sostenerla”. En unos segundos Andrés sujetaba una de mis muñecas y Claudio la
otra, José agarró un tobillo y Andrés se apoderó del otro. Entonces me oí
gritar de nuevo cuando el cinturón golpeó duro a través de mis mejillas
mientras Bruno lo volvía a balancear. Oí sus voces hablando y riendo,
diciéndole a Bruno dónde golpear, pero me dolía tanto que no podía distinguir
una voz de la otra. Me sacudí y forcejeé e intenté desesperadamente liberarme,
pero con tantos de ellos sujetándome, no pude escapar. Y el siguiente golpe
cayó justo debajo de mi cintura en mi espalda baja. La última de sus
arremetidas estaba de vuelta en mi trasero y me sentí temblando por la
intensidad del dolor. Pensé que había terminado hasta que noté que Bruno tiró
de una silla sin respaldo. Sentí que me levantaban y me ponían sobre mi
estómago en la silla sacándome del regazo de Carlos. Entonces Carlos me bajó la
tanga hasta mis rodillas y hacia abajo. Ellos, sosteniendo mis tobillos,
abrieron mis piernas hacia arriba, luego Carlos tomó el cinturón y lo hizo
girar desde arriba y golpeó mi trasero y peor ya que me golpeó en mi sexo. La
sensación del golpe allí pasó por todo mi cuerpo y me oí soltar un grito. Nunca
había sentido ningún dolor como ese antes, es decir, hasta que el siguiente
golpe envió una oleada de dolor entre mis piernas. Cinco golpes más me
impactaron así y sentí que mis músculos temblaban y sollozaba fuerte. Entonces
escuché la voz de Carlos junto a mi cabeza y me dijo, “Está bien, amor, un poco
más y vas a estar bien”. Entonces sentí que me giraban para colocarme sobre mi
espalda con mi trasero simplemente colgando. Sentí que mis piernas se abrían
aún más y luego grité de horror mientras sentía el cinturón golpear
directamente entre mis piernas justo en mi sexo. El golpe envió un dolor
profundo a mi cuerpo. Me quedé sin poder reaccionar cuando Carlos me golpeó de
nuevo. Sentí que todo mi cuerpo se sacudía cuando entró en contacto conmigo. No
entendía por qué estaba haciendo esto. Una vez más el cinturón cayó justo entre
mis piernas golpeando en mi sexo horriblemente. “Miren, ella mojó el cinturón”,
dijo Carlos y mostró a todos el cinturón de cuero negro con humedad. “Le está
gustando”, dijo. Me sacudí, tironeé y traté desesperadamente de liberarme, pero
era inútil porque eran demasiado fuertes. “No te muevas o voy a fallar”, dijo
riendo. El cinturón cayó de nuevo golpeando directamente en mi sexo. “Mira lo
rojo que está”, escuché a Andrés decir. El siguiente golpe fue más de lo que pude
soportar porque perdí el control de mi vejiga y mi orina empezó a salir. Los oí
reír, gritar y buscar para encontrar algo con qué secar. Estaba tan humillada
cuando sentí fluir mi propia orina y no pude detenerla, aunque todos me veían.
Estaba aún más aturdida, ya que antes de que terminara otro crujido cruel del
cinturón llegó y de nuevo me golpeó justo entre mis piernas en medio de la
corriente de orina. Ese golpe me hizo apretar por un segundo y la orina se
detuvo por un momento. Un golpe más hizo que hizo mi propia orina salpicara
sobre mi cuerpo. “La última”, dijo Carlos en voz alta y otra vez metió el
cinturón entre mis piernas golpeándome directamente sobre mi sexo por lo que se
sintió como la millonésima vez. Los sentí lentamente levantarme, sentarme en la
silla mientras mi mente estaba dando vueltas. Todo mi cuerpo temblaba y Bruno
me trajo una copa. Tenía sal en el borde y sabor amargo. Yo sorbí mientras mi
mano temblaba. Sentí a Carlos acariciándome el cabello. Quería golpearlo y
salir corriendo de allí, pero estaba demasiado aturdida y molesta para hacer
algo. Me senté y seguí bebiendo. Me sentí humillada de cómo mis piernas estaban
pegajosas con orina y me di cuenta de mis pies estaban en la alfombra donde
había orinado. Me dolió sentarme sobre mi culo y pensé en lanzar la bebida en
su cara, pero no lo hice. Finalmente me miró y le dije, “Quiero irme a casa”. Pero
me sorprendió cuando él respondió, “Todavía no amor, primero termínate el trago”.
Lo miré molesta, así que bebí el resto de mi bebida y en seguida le entregué la
copa. “Bien hecho”, dijo y dejó el vaso.
Luego volvió a mí, me recogió y me llevó al
baño. Ahí me limpió y después me llevó al dormitorio de Bruno. Me dejó en la
cama y se lanzó encima mío. “Carlos, nooo”, protesté enojada con él por las
nalgadas y le dije que no estaba de humor para eso. Pero él sólo sacó su pene
de sus pantalones y lo forzó entre mis piernas abiertas. Me dolía cuando él
empujaba dentro de mí y yo todavía podía sentir el calor de la nalgada entre
mis piernas. Estaba muy caliente porque su pene estaba muy duro e iba rápido.
Después de unos minutos de sexo comencé a sentirme graciosa. Me sentía mareada,
un poco nauseabunda y esperaba no vomitar. Todo a mi alrededor se movía y yo
trataba de mantenerme quieta. Seguía parpadeando de forma descontrolada y sentí
que la bebida me había hecho el efecto de varias cervezas. Mis músculos se
relajaban. Pensé haberlo sentido eyacular, pero pensé tenía que haber estado equivocada,
porque todavía seguía sintiendo que se movía dentro de mí. Lo volví a mirar a
la cara y me puse a parpadear varias veces, ya que se parecía a Miguel de
repente.
Estaba tan cansada y solo quería cerrar los
ojos mientras lo sentía moviéndose todavía dentro de mí. Se sentía como si
estuviera en un sueño, ya que la próxima vez que abrí mis ojos estaba mirando
el rostro de Andrés. Quería hablar para escuchar la voz de Carlos, pero yo
estaba tan fuera de mí que cerré los ojos de nuevo. Sentí que me estaba
doliendo el roce dentro de mí, porque él duró tanto tiempo y necesitaba decirle
que se detuviera, pero mi extraño sueño se mantuvo ya que cuando abrí los ojos
y miré solo encontré los ojos de Bruno. No quería ver a Bruno allí, así que volví
a cerrar los ojos. Entonces soñé que lo estaba sintiendo dentro de mí otra vez
y me sentí aliviada de sentir que ya acababa. Pero él no podría haber eyaculado
porque volví a mirar buscando la cara de Carlos, pero me asustó encontrar la
cara de alguien que nunca había visto antes. Lo sentí besarme así que cerré mis
ojos otra vez mientras que ese desconocido metía su lengua en mi boca y sólo
sentí su pene dentro de mí todavía moviéndose adentro y hacia fuera.
Mi sueño se sentía realmente extraño y sentí que
me enojaba con Carlos porque me estaba sintiendo adolorida y solo quería que
terminara. Estaba asustada de abrir los ojos nuevamente, pero finalmente decidí
que, si pudiera decirle a Carlos que se detuviese, quizás me haría caso, pero
miré y encontré los ojos de José. Parecía enojado, así que cerré los ojos otra
vez. Esta era una pesadilla tan extraña y creí sentirlo nuevamente eyacular
dentro de mí, así que miré hacia arriba y mis ojos encontraron los del tipo que
había conocido esa noche, Andrés. Miré su rostro por un tiempo notándolo
sudado, respirando con dificultad y me pregunté si debía de haber estado tan
dolorida por las nalgadas porque el dolor entre mis piernas era tan poderoso a
ratos y a ratos desaparecía. Lo observé por un instante. La próxima vez que
miré a Carlos se había convertido en Claudio. Simplemente no podía soportar
esta pesadilla, ya que se sentía que el sexo no se detenía y el pene dentro de
mí sólo se seguía moviendo y moviendo sin importa lo doloroso que podía llegar
a ser.
La próxima vez que abrí los ojos, las cosas se
sentían aún más extrañas, ya que me dolía dentro de mi culo y todavía se sentía
un pene dentro de mi sexo. Escuché mi propia voz dando gemidos mientras me
dolía dentro más y más. El sueño parecía durar mucho tiempo y volví a soñar con
Andrés, porque recuerdo haber abierto los ojos y ver su cara como si estuviera
dentro de mí en mi sexo y en mi culo. Cada vez que movía sus caderas lo sentí
en mi sexo y mi ano. A partir de ese momento ya no sentía dolor, solo placer.
Tenía sobre mí a lo que se sentía como un hombre con dos penes, moviéndose de forma incansable haciéndome sentir un
placer totalmente desconocido hasta entonces para mí. Mis gemidos se hicieron
más fuertes y lo sentí inclinarse sobre mí para meter su lengua en mi boca.
Durante ese beso él tomó mi cara entre sus manos y a la vez sentí un par de
dedos bajar rozando mi estómago hasta llegar a mi clítoris, al cual estimularon
de una forma enérgica. Al mismo tiempo sentí dedos agarrar mis pezones y
sujetar mis tobillos sobre mi cabeza. Estaba cansada, mareada y ya no podía
mantener abiertos los ojos. Sin darme cuenta, después de lo que pareció una
eternidad, la lengua que se encontraba dentro de mi boca pasó a convertirse en
algo más grande. Ya no se movía junto a mi lengua, sino que empezó a entrar y
salir de una manera que ya para mí era muy conocida. Toda esta experiencia era
fuera de este mundo para mí, junto con los gemidos acallados de manera brusca y
reiterada por la entrada de un pene a mi boca, podía escuchar risas y otros
gemidos a mi alrededor. Era demasiada estimulación. Aunque torpemente, lo
sentía entrar y salir de mi boca, vagina y ano, dedos bailaban estimulando mi
clítoris y manos agarraban a la vez que jugaban con mis senos. Disfruté cada
momento de eso hasta que sentí espasmos y contracciones involuntarias en los
músculos que rodean la entrada de mi vagina. Abrí los ojos y traté de moverme
en desesperación pensando en que iba a orinarme, pero fui sujetada y el
movimiento continuó, solo cerré los ojos e intenté concentrarme en mantenerme
despierta y me sentí aliviada cuando abrí los ojos otra vez y vi a Carlos mirándome
fijamente. Esa fue la última imagen que tuve antes de despertar en mi casa en
mi propia cama.
Desperté para ver a mi mamá sentada junto a mi
cama preguntándome si estaba bien. La miré y asentí con la cabeza aún sin saber
si estaba en un sueño. Entonces la oí decir en voz alta, “Daniela, mírame o voy
a llevarte al doctor”. Abrí los ojos y lentamente traté de sentarme. “Tienes
muchos problemas y tienes explicaciones que dar”. Traté de pensar y no estaba
segura de lo que pasó, pero me acordé de Carlos ayudándome a entrar en mi pieza
en mi casa. “Lo siento”, dije a mi mamá. “Ve a meterte a la ducha” me dijo y
luego añadió, “Entonces almorzaremos y hablaremos de esto”. Me quedé allí un
momento y me sentí tan mal entre las piernas y en el trasero. Sentí como si
alguien me hubiera golpeado allí. Hice mi mejor esfuerzo para ponerme de pie y
entré a la ducha. Tomé una larga ducha caliente y me asustó un poco cuando me
di cuenta de lo adolorida que estaba. Mi mente estaba tan borrosa acerca de
ayer. Hice una pausa para pasar por la pieza de Nicol en el camino a almorzar y
le pregunté qué pasó. Ella me dijo que había llegado a casa borracha. Ni siquiera
recordaba eso. “Mierda”, dije y me dirigí hacia abajo. Mi mamá estaba allí
esperándome y tenía el almuerzo servido. “¿Qué pasó, Dani?”, preguntó ella. “No
estoy segura”, contesté. “Bueno, Carlos te trajo anoche y tuvo que llevarte a
tu pieza”, agregó. Sabía que Nicol no diría que había estado borracha a menos
que fuera cierto, así que sólo dije, “Supongo que me tome de más”. “¿Supongo qué?”,
se preguntó, “Claro que sí o no habrías llegado así”. “Sí, señora”, estuve de
acuerdo. “Bueno, estás castigada para ver a Carlos por el resto del verano”,
continuó. “Ni siquiera estás cerca de la edad pa tomar alcohol y no sólo lo
hiciste, sino que estuviste al borde de la intoxicación”, dijo con severidad. “No
eres lo madura para esta en esta relación, así que por ahora todo terminó”,
dijo y sentí que yo estaba empezando a llorar. Todavía me sentía desequilibrada
y no tenía la energía para discutir. La forma en que me sentía, con la ira y el
malestar que escuché en su voz no pensé que hubiese sentido en dialogar con
ella. “Sí, señora”, simplemente respondí llorando y regresé a mi pieza. Dormí
mucho el resto de ese día y no me importaba. No fue hasta la mañana siguiente
que me sentí medio normal de nuevo.
Pero eso no importaba en ese momento. No me
iban a permitir ver a Carlos quizás cuánto tiempo. No estoy segura de por qué,
pero en ese momento no parecía molestarme demasiado no verlo. Mi cuerpo se
sentía muy adolorido y no estaba muy segura de lo que me había pasado. No sabía
si ese sueño que tuve era solo un sueño o algo más. Sólo sabía que la única
persona que podía aclarar todo el asunto estaba prohibida de ver para mí. Así
que solo tuve que aceptar mi castigo y tratar de averiguar más tarde lo que
pasó.
|