Era la primera vez que salíamos de nuestra ciudad. Nos habíamos conocido en el Instituto y yo era algo mayor que ella. Decidimos pasar toda la tarde en el Parque Acuático más grande de la provincia. Yo me busqué un bañador negro tipo boxer apretado y ella se compró un atractivo bikini negro que se ataba detrás del cuello y que la hacía parecer aún más lolita de lo que era. Mis amigos y mi madre siempre me decían que parecía una putita. A mi me encantaba aquel aviso y me la ponía dura. Eso era lo que yo esperaba de ella... que se comportara como una auténtica puta adolescente. Por cierto, su bikini me lo probé días antes de la excursión y me di cuenta que me favorecía mucho. Como me gusta vestirme de mujer...

Llegamos en mi ciclomotor al parque. En la entrada, un descarado trabajador piropeó a mi novia, que se salía con los ojazos perfilados en negro y con una minifalda pistacho que escondía la braguita negra del bikini. Yo no le presté más atención al hecho. Pagué y al entrar comencé a imaginarme el show que me esperaba. En los bestuarios me calzé el boxer. Algún jovencito con pinta de gay se relamió, o eso me imaginé yo Entré en el WC y me la empecé a tocar pensando que algún salido me la chupaba mientras mi novia miraba alucinada. Ella ya había salido fuera. Esperaba sin complejos cerca de los toboganes gigantes. Tuve que despedir a un moscón delgaducho. Bajamos como salvajes por los tubos y acabamos en una enorme piscina. A ella se le habían puesto los pechos  y los pezones como pitones de un Miura.

La mayoría de chavales de nuestra edad ya comenzaron a merodearla. A mí se me puso dura. La idea de no poder controlar aquella tribu de salidos me puso berraco. Ella no se escondía. Al contrario, parecía disfrutar sabiendo de su terrible poder sexual de bollicao teenager. La dirigí hacia una apartada esquina pero acabamos rodeados por unos 6 o 7 chavales. A alguno se le escapó un comentario descarado sobre sus pitones. Me la acerqué hacia mi cuerpo y noté como vibraba. Cada vez estaban más cerca. La cosa se estaba poniendo amenazante. Mi poya rozaba su culo  y ella se giró por un instante alucinada de mi lujuria y de mi miedo (las dos cosas a la vez le resultaron excitantes). Un guapo chico de unos 17 intentó rozarla, yo acabé con su aparato en mi mano. Era grande y estaba forrado de licra negra húmeda y cachonda como mi boxer. La aguanté demasiado y al chico le dió asco. Se marchó rápidamente. Al resto parecía irle todo e incluso alguno hacía pinta de pequeño gay/bisexual buscando víctimas en la piscina. Tiburones de agua dulce a los que no le importaba dar o recibir. Dejé que se acercaran o puede ser que pasaran directamente de mi. La manusearon y de paso a mi durante no más de un minuto. Los aparté de un manotazo. Ambos nos marchamos apartando el agua a pasos de ganso entre asustados y cachondos. Acabamos follando sin quitarnos la ropa de baño en el vesturario de chichas. Le pedí que me introdujera un dedo en mi ano y ella me recriminó lo guarro que era. Parecía excitada pero no sabía lo cerdo que podía llegar a ser. Lo que era una inocente perversión sexy de un hetero resultaba ser un sueño no complacido de un bisex. Esperaba que con el tiempo comprendiera mis gustos... En fin, que todavía sueño con aquel momento que se puede repetir hasta la saciedad pero que nunca será lo mismo.

Por primera le pedía a una chica que me penetrara con su dedo mientras me la follaba. Nunca había roto las reglas del buen hetero y en aquel momento me sentía enchído ante el enorme torrente de la perversión. Imaginé con todas mis ganas que algún malandrín de la piscina me desvirgaba mientras mi novia me comía la boca y yo me la follaba. Y lo mejor de todo, había estado a un pelo de hacerlo realidad de una manera antes nunca imaginada. No recuerdo si fue el día siguiente pero me volví a poner su bikini, todo depilado y con sus chancletas de piscina de suela gorda, maquillado y con una diadema rosa. Estaba decidido a presentarme a ella como realmente me sentía sexualmente. Ella era guarra y le iban los rabos cosa mala, pero lo mio... no sabía si le excitaría. A la mayoría de amigas de aquella época, e incluso a las hermanas de ella, le habrían supuesto mis modelitos todo un vício. Esta claro que a muchas le excita ese punto homo o el roce con su propia lencería en un cuerpo masculino, pero ella era una incógnita tan grande como las que me tragaba en la clase de mates... Ya os explicaré en otro post alguna historia al respecto.

Cosas de la vida, después de muchos años la he vuelto a ver en una piscina. La verdad es que sigue estando igual de buena. Aunque ahora le calienta le rabo a un director de una sucursal bancaria que no me importaría follarme.

 OS RECUERDO A TOD@S QUE ESTOY ORGANIZANDO UNA QUEDADA "CAR & DOGGING" EN BARCELONA. DEJAD MENSAJE SI OS INTERESA. OS ESPERO.